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La multinacional francesa Lactalis es la primera empresa productora láctea del mundo, y es también la primera en el sector de la leche y sus derivados en España. Tiene por tanto una posición monopolista global y en nuestro país. Los ganaderos de la leche vacuna de Granada se enfrentan una vez más a Lactalis -propietaria de la granadina Puleva- porque trata de imponer precios inaceptables.
Los ganaderos están difundiendo vídeos en los que se les ve arrojando toda la leche producida, mientras denuncian que “nos vamos a arruinar, quieren que se acaben las vacas en Andalucía”, y “no vamos a firmar un contrato totalmente abusivo. Esto sería nuestra ruina. Antes de ceder preferimos tirar toda la leche”. Los ganaderos granadinos contra el gigante monopolista francés.
Pero Lactalis trata de acabar con la cooperativa
En Granada el 60% de los ganaderos están en una cooperativa. Porque los ganaderos organizados en cooperativa tienen alguna capacidad de presión. Así todos venden al mismo precio que consigue la cooperativa. Se organizan en cooperativas para tener unión y una oferta unitaria de precios ante las grandes empresas.
Pero a Lactalis no le parece bastante los inmensos beneficios que obtiene en Granada, en el resto de España y del mundo. Lactalis está llamando uno a uno a los ganaderos de la cooperativa para que se vayan de ella y negocien individualmente con la empresa. Lactalis quiere romper la unión y la organización de los ganaderos y dividirlos con acuerdos individuales y precios distintos.
La CNMC multa, pero Lactalis no paga
Los ganaderos saben que el oligopolio lácteo fija los precios para presionarles. Saben de sus prácticas abusivas. El problema es demostrarlo. Existe la ley de cadena alimentaria desde 2013 -ratificada en 2020- para fijar precios y hacer contratos, pero el oligopolio se la salta. Por eso las organizaciones agrarias y ganaderas siempre exigen al ministerio y a la Comisión de Competencia, que investiguen y que multen. Pero se desconoce si pagan las multas.
Hace unos años ASAJA y COAG plantearon en sus manifestaciones y asambleas la necesidad de fijar un precio mínimo para las hortalizas en Almería y Granada. Y simplemente por anunciarlo la Comisión de la Competencia les impuso una multa de 30.000 euros a cada organización, que pagaron religiosamente. Eso no pasa con las empresas dominantes en la producción y en la distribución, cuando ellas practican el monopolio. Hay una doble vara de medir. Los gobiernos no se meten con ellas.
En 2019, después de un largo proceso, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) sancionó a Lactalis con una multa de 30 millones de euros por sus prácticas monopolistas -junto con otras siete empresas dominantes- contra los ganaderos de toda España entre 2000 y 2013. Se organizaron para intercambiar información sobre precios de compra de leche cruda de vaca, volúmenes de compra de ganaderos y excedentes de leche con el objetivo de dominar el aprovisionamiento de leche cruda de vaca y unificar los precios. No ha pagado ni un euro de la multa.
Los ganaderos denuncian
Las dos gravísimas actuaciones de Lactalis las hemos conocido durante una sabia charla que hemos mantenido con Miguel Monferrer Montoro, secretario provincial de COAG Granada, así como el sufrimiento de la España rural a través de la dura situación en esta provincia andaluza.
Puleva (Lactalis) quiere rebajar en 10 céntimos el precio que paga por el kilo de la leche vacuna a los ganaderos granadinos. Hasta marzo han estado pagando 59 céntimos. Pero recibir 50 céntimos o menos por kilo como quiere imponer Lactalis -con los costes crecientes de producción de una explotación ganadera- es inaceptable para los ganaderos.
El ganadero no puede aceptar la rebaja de los 10 céntimos, porque ese es el pequeño beneficio que le queda para poder seguir trabajando. Con la guerra en Ucrania tanto los piensos como la electricidad y el gasóleo se han incrementado mucho. Con la sequía hay dificultades para conseguir forraje, por escasez de cereal, además las empresas suministradoras lo están almacenando y no venden suficiente a los ganaderos -esperando que el precio suba más- cuando ya ha pasado de 20 a 40 céntimos el kilo de forraje y se espera que alcance los 60 céntimos.
En la provincia de Granada quedan unas 30 explotaciones de leche vacuna que producen unas 50.000 toneladas de leche al año. Granada representa el 8% de dicha producción en Andalucía, con unas 5.000 cabezas de ganado. El 60% de los ganaderos vende la leche a Lactalis. Esa rebaja de 10 céntimos supone para un ganadero -que tenga unas 700 cabezas lecheras- entre 80.000 y 90.000 euros de pérdidas en tres meses.
Las mentiras y las prácticas de Lactalis, de hoy y de ayer
La multinacional francesa dice que la reducción del precio por litro es simplemente parte de “los ajustes en todos los eslabones” de la cadena alimentaria. Es demagogia y es mentira. Imponer que la inflación baje a costa del trabajo de los ganaderos lleva al cierre de las explotaciones ganaderas. Y no sólo de vacuno sino también las de producción de leche de cabra. Mientras las grandes cadenas de distribución y las empresas dominantes en la producción láctea mantienen sus beneficios.
Estas prácticas monopolistas no son de ahora, ya vienen de lejos. Desde hace 10 o 12 años que Lactalis compró Puleva -empresa granadina de toda vida- empezaron los problemas. Porque impone sus intereses -que son franceses-, su capacidad de vender su leche, y sus beneficios. En estos años los ganaderos ya se han concentrado varias veces ante las puertas de empresa en Granada, antes y después de la pandemia; y volverán a hacerlo.
La alternativa
La alternativa es formar cooperativas para así poder enfrentar las prácticas monopolistas. Exigir el cumplimiento de la ley de cadena alimentaria -que no se venda por debajo del coste de producción- que no se cumple. Hacen falta denuncias y para ello hacen falta inspectores en la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA) y en las comunidades autónomas. Sin eso la ley está siendo papel mojado. Los oligopolios tienen mucho poder y mucho dinero. Hay que denunciar que intenten romper las cooperativas.
Eduardo Madroñal Pedraza