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El siglo veinte ha dejado grandes luces y grandes obscuridades, una de ellas, es lo que podríamos denominar el imperio de la voluntad del líder o del ente que gobierna en las alturas.
La voluntad y la voluntad de poder son términos que se hicieron enormemente famosos, en el siglo diecinueve y después se proyectaron en el veinte, con Schopenhauer y con Nietzsche. Que unidos a otros conceptos o ideas o enunciados, quizás, hayan tenido demasiadas sombras y negruras en el siglo veinte.
La voluntad, sin entrar en precisiones psicológicas, ni demasiado filosóficas, se admite como una realidad humana, potencia-facultad, la voluntad y el querer, que se debe armonizar y compatibilizar con la racionalidad-inteligencia-conocimiento ortodoxo, y con los niveles, que llaman y denominamos irracionales: afectos, sentimientos, pasiones, deseos, libidos, etc.
En definitiva, combinar el mayor grado de verdad, con el mayor grado de voluntad-querer verdadero, y con la dimensión de la afectividad-afectos equilibrando los tres niveles y dimensiones y áreas de la realidad humana… En otras palabras, armonizar en verdad y bien y bienes útiles y bien moral y bondad y belleza y racionalidad y prudencia y sentido común…
Considero que este siglo habrá dos grandes áreas de descubrimientos, que se interrelacionarán entre ellas: los ordenadores cuánticos y el descubrimiento del cerebro. Con ambas interrelaciones se nos abrirán, o se les abrirán enormes puertas de conocimiento a los humanos de dentro de unas décadas. Comprenderán y entenderán mejor ese magma de ideas, enunciados, conceptos, afectos, deseos, finalidades, pulsiones, etc., que los humanos sufrimos individual y colectivamente… Descubrirán muchas verdades y muchas nuevas preguntas…
Una de ellas, es todo el entramado y complejo y árbol de la voluntad-querer que se combina, como hemos indicado con la razón-racionalidad-entendimiento, y con los afectos-deseos-pulsiones… Todo ese bosque debe estar organizado y equilibrado y mesurado, porque de lo contrario se pueden avecinar enormes desavenencias en la persona individual consigo misma, en la persona individual como representante de un ente o entidad –sea una familia, sea una empresa-, o del ente individual como representante del Poder, o de los grandes poderes.
Porque la historia y la Historia han mostrado y demostrado hasta la saciedad, que si la voluntad y los deseos no se equilibran con la racionalidad y el justo y equitativo saber, nos podemos y podremos encontrar con situaciones enormemente complejas… El poder equis, de un padre de familia, puede pasar sin darse cuenta, de ser un amor con autoridad moral, a ser y tener ribetes de autocracias familiares, pequeñas dictaduras familiares. Lo mismo sucede o puede suceder en empresas, sean grandes o medianas, sin dejar de tener la autoridad legítima y legal y moral, hay que tener muchas matizaciones y muchas mesuras, por el bien de la propia empresa, sea pequeña o macro.
Pero el grave problema está, cuándo las Autoridades Máximas Políticas o Sociopolítica o Econopolíticas están regidas por personas que no entienden o no comprenden, que la voluntad, es importante, pero que ésta tiene que estar equilibrada con la justa racionalidad y la justa afectividad. Que al menos, estas tres dimensiones de la realidad humana y social y moral se tienen que interrelacionar de forma correcta…
Que puede ser justo y racional y equitativo que en el deporte, exista la voluntad de ganar, pero incluso en el deporte hay que desear el ganar, pero siguiendo las reglas. Y, que si se pierde hay que hacerlo con deportividad… Que esa enorme voluntad de ganar en el deporte, hay que tener mucho cuidado si después se pasa o se traspasa, consciente o no, a otras esferas de la vida, sea la familiar, la empresarial, la social, la cultural, la económica, y, la política…
Existe una pregunta, enormemente compleja, en filosofía política, que indica, con muchos matices y formas y maneras, si se puede pasar de sistemas democráticos a sistemas autocráticos, con ribetes más o menos democráticos. Si existe, la tentación, desde sistemas democráticos pasar a sistemas semidemocráticos o semiautocráticos respetando la arquitectura de la democracia. Pasar de la Ley a la Ley, pero quizás, con sistemas no totalmente democráticos, sino con ribetes de autocracias. Porque no es lo mismo pasar de la Ley a la Ley, desde un sistema autocrático a uno democrático, que pasar desde la Ley a la Ley, desde un sistema democrático a otro semidemocrático…
El hombre es voluntad, siglos de evolución del pensamiento nos lo han demostrado, pero también, que la voluntad-querer tiene que compaginarse de forma racional con la libertad de la inteligencia y la libertad del entendimiento, de la afectividad armoniosa y armonizada, en definitiva, siempre el eterno problema de equilibrar el interior con el exterior, lo interior con la realidad y lo real, y, ésta con verdad, bien, bienes, bondad, belleza, racionalidad, prudencia…
El error de Nietzsche es creer que la voluntad y la voluntad de poder, es la autoridad máxima que debe legislar el cosmos, y, es solo una parte. Es el error de Schopenhauer y de Nietzsche y de Sartre y de Heidegger y de Marx y de Freud y de tantos otros, que han tomado ese concepto haciéndole modificaciones y variaciones… Es pensar que la propia voluntad –individual o colectiva- tiene que regir el universo, sin darse cuenta, que la propia voluntad es necesaria pero siempre que sea racional y bondadosa y…
¿¡Comprende y entiende usted de lo que estamos hablando…!? ¡Vuelva usted a leer el artículo! ¡Paz y bien…!
http://twitter.com/jmmcaminero © jmm caminero (25 julio-01 agosto 2023 cr).
Fin artículo 3.708º: «El imperio de la voluntad y la política y Política».