Artículo Periodístico 3.791º: «El duelo de un ser querido»

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El dolor por la muerte de una persona próxima, cercana, familiar es diverso y diferente según, nos expresan las antropologías culturales. Pero en todo hay dolor y pena y…

Me he encontrado con un excelente artículo, firmado por Sarah Widman, publicado en el The New York Times, el día 29 de Agosto del 2023, titulado: La vida tras perder a mi hijas es terrible. Pero también bella.

Hasta ahora es la ley de la vida, de toda vida viviente en este planeta, dure más o dure menos, dicen que una especie de árbol, lleva existiendo cinco mil años, que se encuentra en las Rocosas –no puedo confirmar si es cierta o no-, pero el resto de seres vivientes, al menos de este planeta, y, hasta ahora, sean árboles o sean animales, todos fallecen o mueren. El ser humano también.

Y, a todo ser humano se le ha fallecido o un padre o una madre o un hijo o un nieto o un abuelo o una abuela. Es, diríamos la ley de la vida. Dicen, que la muerte de un hijo o hija, es un dolor tan intenso, que es difícilmente soportable. Porque percibimos como natural, hasta cierto tiempo y punto que fallezcan los padres y abuelos. Al menos, siempre que el hijo o hijos, tengan una edad adulta. Porque si fallecen siendo niños o niñas, o muy jóvenes, se abre un nuevo capítulo de dolor para esas personas, durante toda la existencia y de esos seres vivientes.

Pero el dolor de los descendientes, para padres y abuelos y hermanos es un dolor enorme, que dura toda la vida, aunque se pueda ir suavizando, debido al tiempo, debido a mirar en la calle y percibir otros sufrimientos semejantes, debido al consuelo de otras personas, debido al sosiego de las religiones… pero el dolor es enorme. También sucede si es la muerte de un hermano o hermana a edad, diríamos joven o niño o de mediana edad…

Todas las sociedades y culturas tienen sus ritos de duelo. Tienen métodos y formas para intentar expresar el dolor, para intentar sacar el dolor de dentro, y, para asimilar y asumir el dolor… También hay diferencias, si ese dolor es a una persona concreta individual, o se produce por una catástrofe colectiva, un autobús en un accidente y fallecen diez personas, o, como en estos meses últimos, quince millones de personas han fallecido en dos años, por la famosa epidemia, que quedará en la memoria, mientras no exista otra mayor…

Toda persona lleva ese dolor, más intenso o menos, lo puede expresar con mas palabras o con menos, pero ese dolor está siempre dentro, sea de la muerte del padre o de la madre o del abuelo o del hijo o del hermano o del nieto o de la nieta… Es cierto, que no a todas las personas se les muere un hijo o hija, ni a todos un nieto o nieta, ni a todos un padre o madre a edades tempranas, pero siempre está ese dolor y esa tristeza y esa angustia.

También sucede, que no han conocido al padre o a la madre, porque fallecieron muy pronto, cuando ellos eran niños o niñas o bebés. Y, solo queda ese recuerdo o ese vacío. Incluso de no ponerles recuerdos, solo los de las fotografías o videos. Quizás, no tener recuerdos de sus olores, de sus palabras, de sus gestos, de sus formas, de sus actos, de sus comidas…

En Europa, quizás, porque se han olvidado, formas y rituales y costumbres, que se han ido decantando durante siglos, por ejemplo, ir de negro. Quizás, eso curaba de alguna manera el dolor. Decía, en Europa, cómo se han ido olvidando las formas clásicas de duelo, se están creando grupos psicológicos y sociales y religiosos, para intentar pasar el duelo.

Se dice, eso «pasar el duelo». Ese tiempo de enorme sufrimiento y pena y angustia, para pasar a una fase posterior, en el cual el dolor se aminora, se debilita, se emblandece. Nunca se supera, siempre se vive con ese dolor y esa angustia y esa pena, en mayor o menor grado.

Después, y al mismo tiempo están las circunstancias, si se ha podido enterrar al familiar, o ha quedado perdido en las aguas del mar, si durante años ha estado sin encontrarse, sin saber si está vivo o no, y, mil otras circunstancias y situaciones…

Siempre la religión, todas las religiones, han sido un instrumento para curar el sufrimiento del duelo y de la muerte. Una de las funciones y finalidades históricas, que las religiones han tenido ha sido ésta. Quizás, porque proporcionan esperanza de futuro y de Futuro. Quizás, porque predican que hay un Mundo después de éste, para todo ser humano…

El drama del tiempo actual, es que cada vez, más población está dejando de creer en esto o dudan tanto, que este fármaco psicológico y metafísico y religioso que ha existido durante siglos y milenios, pues no pueden utilizarlo, porque no creen en él. Por lo cual, el dolor y el duelo, me temo, que a esas personas se les hace más difícil…

¡¿Pero qué palabra puede expresar, un modesto articulista, como el que redacta esto, para consolar un poco, a alguien que ha perdido un hijo o hija…!? ¡Pues que esperamos y deseamos que exista el Buen Dios… y, que veas a tu hijo/hija en el otro Mundo…!

(¡Si a usted, no le parece correcto este consejo o sugerencia o enunciado, escriba debajo de este artículo, todos los que se le ocurra…!).

https://museovirtualcuadernosdelamancha.wordpress.com © jmm caminero (30 ag-12 sept. 2023 cr).

Fin artículo 3.791º: «El duelo de un ser querido».