La vivienda española en el espejo irlandés

Eduardo Madroñal
Eduardo Madroñal. Foto por Luis Huerres

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A Manuel Turégano, quien propuso el grano

A veces mirarnos a través del espejo -como Alicia en el país de las maravillas- nos permite ver la realidad que se nos oculta. En este caso vamos a atravesar el espejo irlandés para descubrir a quienes nos saquean en España. En Irlanda los jóvenes universitarios con buenos empleos piensan en emigrar debido a elevadísimo coste de la vida por la inflación galopante, pero fundamentalmente porque el precio del alquiler de la vivienda -no digamos de la compra- alcanza dimensiones insostenibles.

Atravesando el espejo irlandés

En Irlanda el precio medio de la vivienda ha desbordado el máximo alcanzado en 2007, y ha convertido al país en el más caro de toda la Unión Europea (UE). Una aparente contradicción con el hecho de que -debido a la política gubernamental de transformar Irlanda en uno de los paraísos fiscales en el seno de la UE- las empresas tecnológicas -principalmente estadounidenses- se han convertido en el sector dirigente de su economía, lo que ha llevado a un récord de 2,55 millones de personas trabajando y a que el paro juvenil sea el más bajo de la UE.

Los jóvenes de la clase trabajadora y de las áreas rurales ni siquiera se plantean la emigración como una posibilidad. Porque la elevación constante del coste de la vida -demoledoramente y a pesar de estar trabajando- los está condenando a la pobreza. Los alquileres también están aumentando en todo el país, en porcentajes interanuales del 9% en el primer trimestre de este año, debido a la falta de viviendas sociales. A pesar de la actual situación de casi pleno empleo, el número de personas sin hogar es el más alto de la historia irlandesa.

Los precios de la vivienda y los alquileres se han duplicado en diez años, mientras que los salarios solo han aumentado un 13 % en todo este tiempo. En Irlanda, los inquilinos carecen prácticamente de protección. Como consecuencia, los fondos de inversión -mayoritariamente extranjeros- y los grandes arrendadores practican los desahucios abusivos y masivos para maximizar sus beneficios. Y ahí está la bicha.

Mentemos a la bicha en Irlanda

Irlanda ha sido el blanco principal de los fondos buitre -en especial, estadounidenses- que han invertido en las deudas inmobiliarias impagadas por la banca a partir de 2014. Fue el caso del Danske Bank, el Lloyd’s Bank y el Ulster Bank/RBS. Pero el botín más suculento fueron los dos bancos malos -la National Asset Management Agency (NAMA) y el Irish Banking Resolution Corporation (IBRC), creados para rescatar al Anglo Irish Bank con dinero público. Y la deuda de 72.000 millones de euros en préstamos inmobiliarios de cinco bancos irlandeses -el entonces 47% del PIB del país- fue adquirida, a precio de saldo, por fondos de inversión extranjeros. El estadounidense Lone Star compró el 60% de todos los activos. Y completaron hasta el 90% otros fondos estadounidenses como Cerberus y Blackstone.

Además de créditos hipotecarios impagados, los fondos buitre también han comprado suelo, una necesidad acuciante en todas las ciudades irlandesas, especialmente en la capital, Dublín -con crecimiento poblacional y déficit de viviendas sociales. Suelo que utilizan para construir bloques de oficinas y apartamentos de lujo, y cuyo incremento del precio dispara aún más los de venta y alquiler de viviendas.

Y en España la bicha se llama igual

Crucemos de regreso el espejo. En siete años, Blackstone, Cerberus y Lone Star se han apoderado a precio de derribo de la deuda inmobiliaria de la banca española, llegando a acaparar la mitad, unos 71.200 millones de euros. Santander, BBVA y CaixaBank han sido los bancos que más han vendido a dichos fondos.

Blackstone compró Quasar -sociedad del Santander para quitarse la deuda inmobiliaria del Popular poco después de comprarlo por un euro- es decir, 30.000 millones. Cerberus hizo lo mismo con la del BBVA, y alguna procedente del Sabadell. Lone Star se centró en la de CaixaBank, incluyendo la de la comprada Bankia -por otro euro- que sumaba 3.070 millones.

Es decir, los tres fondos estadounidenses -Blackstone, Cerberus y Lone Star- se han quedado con más de dos tercios de los pisos que la banca española acumulaba tras el crack inmobiliario. Y ya les están sacando la máxima rentabilidad al venderlos a precio de oro y al cobrar alquileres abusivos.

Los caseros en España son estadounidenses

El resultado es que el 64% de esos pisos se los han apropiado sólo tres fondos de Estados Unidos, la “punta de lanza” de la ofensiva por la que Wall Street se ha convertido en el gran casero español. Son ellos quienes acaparan el mercado inmobiliario. El año pasado el 91% de las operaciones estuvieron controladas por fondos extranjeros. Y son quienes inflan el precio de las viviendas y los alquileres.

Los llamados “activos tóxicos” de la banca se vendieron con pérdidas. ¿Quién pagó la digestión de este exceso de ladrillo? No fueron los bancos, fuimos nosotros. El Estado les rescató con nuestro dinero. Adquirió las viviendas y asumió las pérdidas, generando un incremento de la deuda pública de 35.000 millones de euros.

El Estado puso en venta esas viviendas -a precio de saldo- en cantidades que sólo podían adquirir los grandes fondos extranjeros; en lugar de convertirlas en viviendas sociales. Y así tener un parque para resolver la falta de viviendas a precios asequibles.

Cuando se habla del problema de la vivienda hay que señalar a los responsables. Al copar el mercado inmobiliario español, el capital extranjero, especialmente el estadounidense, es el máximo responsable del alza de los precios de venta y de alquiler de la vivienda que está asfixiando a muchas familias.

Eduardo Madroñal Pedraza