Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 2 segundos
Durante los días 17 y 18 de octubre se desarrolló en la capital china el Tercer Foro de la Franja y la Ruta para la Cooperación Internacional. Ha sido a la vez la celebración del décimo aniversario de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, y el comienzo de otra década. Congregó a representantes de más de 140 países y de 30 organizaciones internacionales -de ellos 35 máximos mandatarios- y la participación de 10.000 personas, para fomentar la conectividad, el desarrollo verde y la economía digital.
Un éxito diplomático
La cumbre ha contado con la presencia del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, que destacó la Iniciativa de la Franja y la Ruta como muy importante y efectiva para ayudar a los países en desarrollo a lograr el desarrollo sostenible; que las 8 propuestas chinas en el Foro están en plena conformidad con los propósitos y objetivos de las Naciones Unidas, que aprecian altamente el firme compromiso chino con el multilateralismo.
Entre los dirigentes extranjeros participaron el presidente de Rusia, Putin, el de Vietnam, Vo Van Thuong, y la del Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS, la expresidenta de Brasil Dilma Rousseff, que afirmó que “ninguna otra iniciativa en la historia ha unido a más de 150 países como lo hace la Iniciativa de la Franja y la Ruta para el desarrollo sostenible global”.
También los presidentes de Chile, Gabriel Boric, y de Argentina, Alberto Fernández, agradeció el apoyo chino para que su país se integre en los BRICS, “un grupo de naciones que propone repensar la relación global, desechando hegemonismos y respetando el multilateralismo”. De Europa llegaron el primer ministro húngaro, el presidente serbio, el representante del presidente francés y el representante del primer ministro griego, que afirmó que Grecia seguirá impulsando activamente el desarrollo sano y estable de las relaciones entre la Unión Europea y China.
Y, además, muy diversos presidentes de África (de norte a sur, Egipto, Etiopía, Nigeria, Congo, Kenia y Mozambique) y de Asia (de este a oeste, Indonesia, Mongolia, Laos, Camboya, Tailandia, Kazajistán, Sri Lanka, Pakistán, Uzbekistán y Turkmenistán).
Y un éxito económico
En la cumbre se anunciaron 8 propuestas que incluyen la construcción de una red de conectividad de la Franja y la Ruta, el apoyo a una economía mundial abierta, la promoción del desarrollo verde y el avance de la innovación científica y tecnológica.
En concreto, China aportará una financiación de 48,75 mil millones de dólares, que no se limita a proyectos de infraestructuras, sino que recoge la demanda de 1.000 proyectos de apoyo financiero a pequeñas empresas que producen bienes para la mejora inmediata de la vida de la gente. Y, en lo tecnológico, se lanzó la Iniciativa Global de Gobernanza de la Inteligencia Artificial (IA) para ofrecer un enfoque abierto, inclusivo y justo para el desarrollo, la seguridad y la gobernanza de la IA. Durante el foro se alcanzaron acuerdos comerciales por valor de 97.200 millones de dólares y así como se firmaron 460 proyectos de ganancia compartida.
Un fracaso diplomático de Biden
Pero, ahora, entre el Extremo Oriente y el Oriente Próximo hay un abismo. Israel ha declarado la guerra genocida al pueblo palestino -después del ataque terrorista de Hamas- e inmediatamente el presidente de la superpotencia estadounidense ha viajado a Tel Aviv.
Sólo para cosechar un fracaso diplomático. Su apoyo a la guerra israelí ha provocado un rechazo creciente de los países árabes -que iban a llegar a acuerdos con Israel-, así Jordania y Egipto suspendieron la planeada visita de Biden -después de estar en Israel- críticos con que Estados Unidos no está tratando realmente de evitar una escalada regional de la guerra. Washington además lo que ha hecho es alimentar el rechazo árabe, con el veto en el Consejo de Seguridad de la ONU a la propuesta de alto el fuego, presentada por Brasil.
El fracaso diplomático de Biden se ha profundizado con su ausencia -y la presencia no relevante de Estados Unidos- en la Cumbre por la Paz de El Cairo del 21 de octubre, convocada por Egipto -y con la asistencia de 34 países y organizaciones internacionales- para intentar parar la guerra, y -partiendo de la coexistencia de los dos Estados- que las vidas civiles sean protegidas en todas partes, y que la ayuda humanitaria pueda entrar en la Franja de Gaza.
Mientras en Pekín se ha celebrado una cumbre con la participación de países que suman el 75% de la población mundial; Biden ni convoca ni asiste a una cumbre de 34 países por la paz en Oriente Próximo.
Guerra y paz, dos caminos
El apoyo de Estados Unidos a la guerra israelí -que Biden ha decorado con frases tales como “pero que no les domine la ira”, ha aconsejado a Netanyahu, y que “aprenda de los errores de EEUU en la invasión de Irak”- es un camino de muerte y destrucción. Sin embargo, la cadena humana que rodeó la Casa Blanca, en Washington, organizada por judíos estadounidenses, con la consigna “No en nuestro nombre” llamando a detener un nuevo genocidio, representan otro camino.
Otro camino que se ha desarrollado en Pekín con una cumbre mundial para acordar proyectos de desarrollo económico y ganancia compartida. Dos mundos opuestos. El ejército israelí -con el apoyo estadounidense- bombardea a la población civil de Gaza. Presente y futuro de guerra. Una cumbre -con delegados de más de 140 países- trabaja democráticamente por un desarrollo compartido. Presente y futuro, pacíficos.
Eduardo Madroñal Pedraza