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La Virgen de la Amargura, protagonista de la obra de Lidia Acosta, anuncia la «Pasión en primavera».
Vélez-Málaga ya tiene cartel oficial para su Semana Santa 2024. La obra de Lidia Acosta, que anuncia la «Pasión en primavera¨, invita a «reflexionar como cristianos y renovar» a través de la imagen de la Virgen de la Amargura.
La propia artista señaló además que este cartel, «que se lleva una parte de mí», había sido «un reto en todos los sentidos» dedicándoselo «al pueblo de Vélez» «con todo mi respeto, con todo mi amor y mucha fe para todos ustedes.
El presidente de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Vélez-Málaga, Francisco Javier García del Corral, señalaba que la presentación de esta obra anuncia que en pocos días se dará comienzo a una nueva Cuaresma «tiempo de preparación para vivir la Semana Santa, y con una extensa agenda cofrade, llena de actos, y cultos de las distintas cofradías a sus titulares, que volveremos a vivir con intensidad».
García del Corral manifestó su deseo de que al igual que el año pasado, «esas ropas de penitentes que las cofradías quieren jubilar, tengan que volver a utilizarlas por la demanda de los hermanos, y volver a ver los tronos quizás con algunos horquilleros de más, para vivir de nuevo una gran Semana Santa, como solo los cofrades veleños sabéis hacer».
En este sentido se refería además a «una nueva Semana Santa, donde ya hay algunos protagonistas: la vuelta de la Virgen del Rocío (…) que con la ayuda de todos volverá a lucir como siempre; y la nueva estética de un gran número de calles y plazas, que han sido reformadas, y forman parte en nuestros itinerarios, a las que tendremos que adaptarnos».
También el alcalde del municipio, Jesús Lupiáñez, durante su intervención hacía mención al regreso de la Virgen del Rocío y a la remodelación de las calles de cara a la Semana Santa a la que se refería como «el acontecimiento religioso, cultural, popular más grande que tiene esta ciudad».
Por último el consiliario de la Agrupación, el sacerdote Fernando Azuaje, invitaba «a disfrutar desde la fe y la esperanza este cartel, no como uno más, sino como aquello que representa: la vivencia de cada uno en esa semana tan especial que culmina con el júbilo de la Resurrección».
Concluía así el acto en el que Carmen Hijano ha ejercido de maestra de ceremonias y que se ha llevado a cabo este domingo, 21 de enero, en la Iglesia de San Juan Bautista tras la celebración de la solemne eucaristía como clausura a las II Jornadas Vélez-Málaga Cofrade y que se ha dedicado a San Sebastián, patrón de la localidad.
De forma poética Francisco Ruiz Noguera, nos fue conduciendo por la vida y obra de Lidia Acosta, insistiendo en la importancia de esta cita » la primera llamada a la gran celebración —tanto litúrgica como popular— de la primavera: la fiesta que conmemora el recuerdo de una muerte redentora y celebra el triunfo de una resurrección».
El profesor de la Universidad de Málaga, director de la Cátedra María Zambrano, resaltaba de Lidia su «talento natural excelente» de una vocación que fue abriéndose paso hasta llegar al Instituto de Málaga donde se impartía el Bachillerato Artístico.
Ruiz Noguera marcaba tres líneas en su lenguaje artístico, presentes en la obra que anuncia la Semana Santa veleña. «Por una parte, su dedicación al retrato, con verdadero virtuosismo; por otra, su incursión en un mundo personalísimo, intimista, a veces inquietante, con un enfoque de modernidad en diálogo con referentes actuales, y de grandísima fuerza expresiva. Y, en fin, una tercera línea, centrada en representaciones del arte religioso, que está en clara consonancia con el acto que aquí hoy nos convoca».
DESCRIPCIÓN DEL CARTEL (en palabras de Francisco Ruiz Noguera)
La obra tiene el sello inconfundible de la artista. Sabemos que, en las teorías de la literatura y del arte, desde los tratados clásicos de la Antigüedad, se ha venido hablando de la dicotomía ingenium y ars para referirse a la naturaleza de una obra artística. Ambos elementos (ingenium: imaginación o ingenio) y ars (técnica u oficio) son los que, fundidos, dan solvencia a una obra. Pues bien, para la elaboración de la suya, la autora, ha empleado las técnicas (el ars) que le han hecho ir creando un lenguaje propio: sobre un fondo de pan de oro, grafitos, carboncillos, pastel, y algo de acrílico sobre madera con imprimación de gesso.
Pero como hemos dicho, tan importante como el dominio en la elaboración —es decir, en el uso adecuado de los elementos técnicos— es el otro elemento, el del ingenium (el de la creatividad), y, entre estos elementos del componente imaginativo, uno de los principales —posiblemente el fundamental— es el punto de vista y el enfoque con el que el artista (la artista en este caso) conciba el conjunto, es decir, la retórica de la obra, o sea, la dispositio de las partes del mensaje, la disposición u ordenación de los elementos que dan cuerpo a la obra. En este caso, junto a la ya mencionada elaboración técnica, de excelente factura y resolución clásica, la disposición de los elementos presenta cierto aire barroco; no en la factura, sino en la disposición, porque la factura, como vemos, es de limpia y clara resolución clásica (a la manera renacentista); ni siquiera el contraste, sabiamente estudiado, entre el dorado del fondo y los grises y blancos atenuados del resto de los elementos del cuadro contradice esa limpia ejecución clásica.
Al hablar de cierto aire barroco en la disposición de los elementos, se hace referencia a cómo la composición presenta lo que podría denominarse una centralidad desplazada, a la manera de la disposición desplazada en diagonal de algunas de las grandes obras de la estética barroca como «El entierro de Cristo» o «La crucifixión de San Pedro» de Caravaggio, «El descendimiento de la Cruz» de Rubens, o «Los preparativos de la crucifixión» de Ribalta, que contrastan con el equilibrio centrado de obras renacentistas como, «La última cena» de Leonardo da Vinci , «El nacimiento de Venus» de Botticelli o «La disputa del Sacramento» y «El triunfo de Galatea» de Rafael Sanzio.
Lidia Acosta ha optado por esta vía tan creativa y personal de procurar una fusión en su obra entre la ejecución clásica y el enfoque de estirpe barroca, en que la centralidad está situada, de forma generosísima en extensión, en la parte superior izquierda, donde luce la espléndida imagen de la Virgen de la Amargura con la expresión serena, equilibrada, renacentista, que corresponde a una auténtica joya de la imaginería como esta celebrada obra del gran imaginero granadino Domingo Sánchez Mesa, a quien corresponde también, por cierto, la autoría de la imagen del otro titular de esta Cofradía, la impresionante imagen Jesús del Gran Poder en su Tercera Caída. Sánchez Mesa está, como saben ustedes con más fundamento que yo, muy presente, desde los años 40, en magníficas imágenes de otras Cofradías de Vélez-Málaga.
La incontestable belleza y serenidad de esta imagen de la Amargura ha sido captada con acierto por la autora del cuadro, en cuya composición, como venimos diciendo, es la Virgen de la Amargura, la que, en esa peculiar centralidad desplazada a la que me he referido, no solo preside, sino que da sentido al conjunto. Es la imagen la que lo acoge todo, con el ajuar propio para su salida procesional del Jueves Santo, con minuciosa precisión en la ejecución de los detalles: la mantilla bordada, el pañuelo en mano derecha, el rostrillo y el pecherín en blonda en el que lucen las alhajas (los broches con flores de seis pétalos engarzados, las populares mariquillas, obsequio del artista veleño José Luis Conde, que fue gran devoto y muy activo miembro de la Cofradía del barrio del Pilar). Es la imagen de María la que domina y explica los cuatro elementos contextuales del conjunto: en primer lugar, el perfil sobre el cielo (lo prefiero a skyline), el perfil de la ciudad, con referencias claves como la Fortaleza o la torre de la Iglesias de San Juan.
En segundo lugar, la capilla de la Cruz de Cordero, importantísimo símbolo de la historia de Vélez y de su patrimonio, en vecindad, además, con la sede canónica donde la imagen se venera (la capilla del antiguo Real Hospital de San Marcos, luego de San Juan de Dios y hoy Museo de la Ciudad).
Como tercer elemento contextual, el desfile procesional del trono de la Virgen, en su paso de palio, en el que es la propia imagen de la Amargura — en la composición ideada por la pintora—, la que con su mano parece guiar —llevar— el trono y convertirse, también Ella, en portadora y ayudante de los horquilleros en su conducción del trono por las calles de Vélez.
Y, finalmente, arriba a la derecha, la imprescindible referencia equinoccial de esas fechas: la luna llena, la luna de Nisan o Parasceve de las Escrituras, que acompaña a los cortejos procesionales cada primavera. Nos referíamos al principio a la obra plástica y al cartel como texto que puede ser no solo mirado, sino también «leído», porque, de hecho, tiene claves de lectura.
«Estas palabras, en fin, han sido la personal lectura que uno ha hecho de la lectura que, a su vez, hizo la autora, Lidia Acosta, al crear su estupenda obra para anunciar la Semana Santa de Vélez-Málaga 2024. Por terminar con el verso del principio: llega ahora el turno de los receptores, el turno de que ustedes «lean» esta obra que es la base y fundamento de «un cartel que promete Pasión en primavera»