La villa no poco cantada

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(Tomás Salas) Mucha gente, cuando oye el nombre de Álora, villa antigua, noble y acogedora, le añade la expresión “la bien cercada”. El origen de esta afortunada expresión está en el romance fronterizo, uno de los mejores en su género, que cuenta la muerte del Adelantado de Andalucía, don Diego de Ribera en las murallas de Álora, causada por una alevosa traición, cuando intentaba conquistar la plaza para la Corona cristiana. Hoy se conserva en un estado aceptable el castillo que fue escenario de este suceso. El visitante puede conocerlo, después de subir la empinada calle Ancha y, desde allí, a la puerta del castillo, puede leer el romance escrito en sus muros y regalar los ojos con una de las mejores vistas paisajísticas del Valle del Guadalhorce.

Pero hay otra referencia poética a la villa de Álora, no tan conocida y que vale la pena recordar. Se trata del Laberinto de Fortuna, del cordobés Juan de Mena. En este libro, también conocido por Las Trescientas, pues está compuesto por 297 estrofas de arte mayor, se trata del tópico medieval de la Fortuna y de su veleidosa y caprichosa voluntad, que a todos arrastra. En la coyuntura de hablar de personajes famosos que encontraron la muerte de forma inesperada, habla del Adelantado don Diego de Ribera y describe su alevosa muerte en Álora. Recordemos la estrofa, que tiene el tono arcaizante y culto de toda la obra:


Aquel que tú vees con la saetada
que nunca más faze mudanza del gesto,
mas por su virtud de morir tan honesto
dexa su sangre tan bien derramada
sobre la villa non poco cantada
el adelantado Diego de Ribera
es, el que fizo la vuestra frontera
tender las sus faldas más contra Granada.

Álora es para Mena “la villa no poco cantada”, lo que quiere decir que, ya a finales del siglo XV (la primera edición del Laberinto se publica en Sevilla en 1496, aunque hay edición anterior sin datar, que Marcel Bataillon  sitúa en los primeros años 80), el romance de Álora estaba bastante difundido. Si tenemos en cuenta que el romance relata un hecho ocurrido en 1434, sabemos que, por un lado, la composición del romance fue casi inmediata al hecho narrado; y, por otra, que la difusión fue, para la época, rápida y general.

¿A qué se debe este indudable éxito? ¿Fue por la importancia de la Villa o por la del personaje muerto? Me inclino por lo segundo, pero  posiblemente ambas causas tienen su peso. Además, hay que tener en cuenta que nos situamos en la última fase de la reconquista. La ocupación de una plaza como Álora suponía un paso importante para terminar de dominar el Reino de Granada, para desplazar lo que entonces se llama “la frontera”. Mena, en su estilo culto, lo expresa con una imagen un tanto rebuscada: la vuestra frontera tiende sus faldas (amplía su espacio) hacia Granada. De todas formas, este episodio fue un intento infructuoso y la villa no pasa a los Reyes Católicos hasta l484.

Para Álora, su poeta primero es y será siempre el genial y anónimo  autor de “la bien cercada”. Pero no se olvide al gran escritor del prerrenacimiento español, al culto Juan de Mena, que intenta hacer de esta “lengua vulgar” castellana el instrumento de una obra más cercana al refinamiento clásico que a la espontaneidad popular.

Merece nuestro recuerdo, aunque sólo sea por habernos regalado este dodecasílabo de bellas resonancias latinas:

sobre la villa no poco cantada