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(Foto: José Baez) El último directo de Danza Invisible en su ciudad natal cumplió todas las expectativas y se despidió a lo grande en un concierto que será recordado para siempre por el público que se dio cita en el Estadio Municipal de El Pozuelo. La gira ‘Sin decir adiós’ tenía en Torremolinos un escenario muy especial y los momentos de nostalgia colectiva se entremezclaron con la euforia de un auditorio emocionado de principio a fin.
La banda de Javier Ojeda ofreció en Torremolinos un fin de fiesta a la altura de su leyenda, ante un público entregado que llenó el Estadio Municipal de El Pozuelo. Las expectación levantada para vivir este concierto superó desde el principio todas las previsiones y gracias a la gestión del Ayuntamiento de Torremolinos se pudo trasladar desde la Plaza de Toros (su ubicación original), hasta el estadio de fútbol para que ningún torremolinense se quedara sin la oportunidad de despedir al más emblemático grupo de la ciudad.
La noche comenzó muy animada gracias a la actuación previa del artista invitado ‘La vida de Jaime’. El Dj malagueño, cuya carrera y proyección está subiendo como la espuma, ofreció sus remezclas de funky, disco, hiphop, garage, drum&bass con toques andaluces.
Tras el subidón de baile y ritmo de ‘La vida de Jaime’, llegó el momento de Danza Invisible. La actuación de la banda fue inolvidable, realizando un repaso a todos los éxitos de su extensa carrera musical. El público cantó a coro con Javier Ojeda ‘hits’ como ‘Catalina’, ‘Reina del Caribe’, ‘Yolanda’, ‘Sin aliento’, ‘Naturaleza muerta’, ‘Sabor de amor’ o ‘A este lado de la carretera’.
Uno de los momentos estelares de la noche lo protagonizó Julia Martín cuando apareció en el escenario para cantar a duo con Javier Ojeda ‘Por ahí se va el amor’.
El incombustible Javier Ojeda, como siempre, lo daba todo en el escenario, haciendo saltar y bailar a un público que vibraba con cada tema como si fuera el último. La temperatura en El Pozuelo iba in crecendo con cada canción. La nostalgia de estar viendo el último concierto en su tierra de Danza Invisible provocaba que todo se estuviera viviendo a flor de piel, con una intensidad única e irrepetible.
La noche avanzaba y la banda nacida en Torremolinos también transmitía la excitación y la efervescencia de un concierto para la historia. Tras más de dos horas de concierto, la gente pedía más. Nadie parecía cansado, ni el público ni los músicos, se notaban lo nervios y la emotividad del momento, porque nadie quería ‘decir adiós’.
La mágica noche se cerró con todo un himno: ‘El club del alcohol’ y el agradecimiento sincero y eterno de Danza Invisible a sus seguidores de Málaga y Torremolinos. Fue esta la guinda a una fiesta que sirvió para demostrar el amor recíproco de la banda con su público.
Un final perfecto para una de las mejores bandas españolas del ultimo medio siglo, un grupo que sin duda forma parte ya de la memoria colectiva de toda una generación.
Aquel sueño musical que nació en Torremolinos hace más de 40 años acabó así de la mejor manera posible: frente a su público y con un lleno absoluto. Con algunas lágrimas pero una alegría desbordada, Torremolinos se despidió de la banda de su vida.