Cuando una ruptura es una buena noticia

Eduardo Madroñal

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Vox, la ultraderecha en España, ha decidido romper los acuerdos que tenía para formar gobiernos autonómicos con el Partido Popular en Castilla y León, Comunidad Valenciana, Aragón, Región de Murcia y Extremadura. Es una excelente noticia para España, para la democracia española y para los intereses de las clases populares españolas. Además -como la Unión Europea participa, obligada, en las elecciones estadounidenses- hay un hilo siniestro que une a Abascal vía la francesa Le Pen vía el húngaro Orbán, realmente yanqui-ruso, con Trump.

Excelente noticia

Es una excelente noticia que la ultraderecha de Vox pierda su poder autonómico, y por tanto vea mermada su capacidad para llevar adelante su agenda ultrarreaccionaria, agresiva, y destructora de la unidad de nuestro país. Es una excelente noticia que sus ataques a los inmigrantes, a las mujeres, al colectivo LGTBI, al medio ambiente y a la memoria histórica, entre otros, ya no pueda hacerlos desde la plataforma del poder autonómico. Y sería aún más excelente que esta decisión -que obviamente perjudica a una parte de los cargos intermedios de Vox- desate una profunda crisis en el seno de la formación ultra.

Es una excelente noticia que el Partido Popular de Núñez Feijóo no haya cedido al chantaje de los ultras en un tema tan humano como es el urgente e imperioso reparto de al menos 347 menores inmigrantes no acompañados procedentes de Canarias, desbordada con más de 5.000. Es una excelente noticia que la derecha y la extrema derecha rompan su “unidad de acción”, y que la dirección de Feijóo -al menos a corto plazo- vaya a hacer un esfuerzo para marcar distancias con las ultrarreaccionarias políticas de Vox.

Es una excelente noticia que los gobiernos del Partido Popular en cinco comunidades autónomas atraviesen -al menos de momento- una situación de debilidad parlamentaria, y por tanto que tengan menos fuerza para llevar adelante sus antipopulares políticas.

Ojalá perdure la ruptura

Después de la semana ‘horribilis’ para la extrema derecha de Santiago Abascal -tras el chasco de ver cómo sus homólogos franceses, el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen, pinchaba en las elecciones legislativas francesas, quedando terceros y viendo frustrados sus deseos de formar gobierno- se lanza a la amenaza al Partido Popular, y tras el fracaso, escenifica su retirada de todos los gobiernos autonómicos compartidos con el Partido Popular, e incluso rompiendo en Baleares donde -a pesar de no estar en el gobierno- son claves para la gobernabilidad del ejecutivo autonómico.

Tras una reunión de la dirección ultraderechista, Abascal anunciaba la decisión del Comité Ejecutivo Nacional de su partido de romper los gobiernos de coalición autonómicos con el Partido Popular y de retirar el apoyo parlamentario en las cinco comunidades autónomas donde gobierna, además de en Baleares, con un apoyo clave.

Los menores inmigrantes como chantaje

Pero la dirección de Génova se ha mantenido firme, y no ha cedido al chantaje. En la reunión de urgencia de los responsables de Infancia y Asuntos Sociales de cada comunidad autónoma celebrada en Tenerife, las comunidades gobernadas por el Partido Popular aceptaban el reparto de al menos 347 menores no acompañados -un reparto acordado en 2023, y muy insuficiente para aliviar la saturada situación de los centros de acogida canarios- desatando la crisis entre los de Feijóo y Abascal.

No es la única causa de la crisis entre ultras y populares. No es ningún secreto que el acuerdo para la renovación del CGPJ, y los posibles pactos para la dirección de RTVE y la Junta Electoral, han soliviantado a la extrema derecha. Sería una noticia aún más excelente si esta ruptura entre el Partido Popular y Vox se llevara a los acuerdos municipales, y así la ultraderecha se viera también privada de cualquier poder institucional.

Europa participa en las elecciones estadounidenses

Los “patriotas” de la ultraderecha tienen un agudo problema que los está dividiendo. ¿A quién votan en las elecciones estadounidenses -o en verdad a quién obedecen- a Trump o a Biden (o su sustituto)? En ese hilo siniestro que une al “patriota” Abascal, vía la “patriota” francesa Le Pen vía el “patriota” húngaro Orbán, realmente gibraltareños yanqui-rusos, con Trump, ¿quién les paga?

Eduardo Madroñal Pedraza