La historia de un melón

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La polémica surgida entre Méjico y España, acrecentada por las declaraciones de la nueva presidenta de la nación azteca Claudia Sheinbaum Pardo.

Primera presidenta electa, nacida en 1962 y descendiente directa de judíos lituanos y búlgaros, que arribaron a las costas de ese gran país entre los años 1920 y 1942, que no han hecho más que arrojar leña al fuego de una incómoda situación. Con un curriculum brillante tanto académico como en el activismo social, entró en política, de la mano del anterior presidente de la república federal de los Estados Unidos de México, antiguo dirigente del PRI (ahora reconvertido en Morena) Antonio Manuel López Obrador (AMLO), como secretaria de Medio Ambiente, ocupando varios cargos relevantes hasta la actualidad.

Lo que debiera ser considerado un hito en la historia democrática de este país hermano, al ser la primera vez que una mujer ostenta tan alta responsabilidad, se ha convertido en una piedra en el camino de la diplomacia española, por sus últimas declaraciones, en cuanto a subrayar la reiterada negativa a ofrecer las disculpas solicitadas por el anterior presidente. En escrito enviado a la Zarzuela en marzo de 2019, y recordado en varias ocasiones en discursos de AMLO, se enfatizaba sobre la necesidad de que el Papa y el Rey pidieran las consabidas disculpas, por los hechos acaecidos en la conquista de las tierras del nuevo continente, por parte de los soldados españoles y su posterior colonización. Según él, la conquista se hizo con la espada y con la cruz, sembrando desmanes y crímenes por toda la nación.

Insistiendo siempre, en que las mencionadas disculpas allanarían la convivencia y la buena disposición entre ambos pueblos. En el tramo final de su mandato hacía un exhorto sobre lo que él considera como una necesidad para «cerrar heridas» e «iniciar una etapa nueva» entre los dos países.

Esta peculiar actitud, por parte del antiguo mandatario y su actual sucesora, han determinado que sea el gobierno español y no S.M. Felipe VI, el invitado como representante del pueblo español, a los fastos por la toma de posesión de la Sra. Sheinbaum, lo cual, ha causado una tremenda sorpresa en la Casa Real y en la Moncloa, que ha decidido no enviar a ningún representante y rechazar la exclusión del monarca. Sin embargo, algunos diputados del arco parlamentario, si lo harán, pero en representación únicamente de sus partidos políticos.

Para un lego en protocolos y diplomacias, es difícil precisar con cierta entidad, si enviar o no algún e representante oficial a ese egregio acto, puede suponer que las empresas y ciudadanos españoles que allí trabajan, se puedan ver afectadas negativamente. Pues es notorio que las buenas relaciones entre países hermanos, favorecen los intereses comerciales y sociales. Y que este tipo de rifirrafes políticos no benefician a nadie.

También es complicado precisar si como nación debemos entrar al trapo de estos demagogos de turno, reconvertidos en exigentes reivindicadores históricos, que parecen desconocer las verdaderas circunstancias y el contexto histórico de aquellos siglos. Dejando de lado la amistad e incluso la comprometida hermandad de siglos entre ambos pueblos, donde antiguos antecesores en la presidencia tuvieron una excepcional atención para las necesidades de nuestra España. Reforzando con ilusión y compromiso los estrechos lazos que siempre unieron a dos países que solo separa el océano.

Esta absurda y encopetada actitud, obvia que México no existía como país antes de la conquista española, así no se entendería la configuración de ese territorio, si no hubiese pertenecido durante 300 años al virreinato de Nueva España. Y en lo referente a la siempre polémica y controvertida conquista de Tenochtitlan por un tal Hernán Cortés, es un hecho bastante contrastado y documentado, que el grueso de las tropas del de Medellín, eran pueblos mesoamericanos que pretendían liberarse de la opresión azteca (pueblo que vino del norte con una actitud no precisamente amable sino esclavizadora y con sacrificios humanos dentro del culto a sus dioses, sembrando el terror y la opresión entre las tribus nativas)

En aquella lejana realidad, conquistados y conquistadores se «trataban» de una forma más abrupta, sangrienta y de tan escasa diplomacia que ahora nos pudiera parecer incomprensible, incluso repulsiva. Pero no debemos nunca descontextualizar, lo que allí ocurría en aquella lejana realidad. Por tanto, es un craso error retrotraer a nuestros días culpas y responsabilidades, quizás para tapar la delincuencia, la carestía, la inseguridad y la vergonzante situación en muchos ámbitos que soporta a diario la ciudadanía mexicana. Obviando de un plumazo todo lo bueno que la corona española aportó durante siglos a sus hermanos de América.

Esta nefasta actitud del gobierno de la plaza del Zócalo, acostumbrada a recibir un día si y otro no, las airadas protestas de miles de personas que critican airadamente la falta de gestión y la inatención a graves problemas como el oscuro asunto de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, aún por resolver después de 10 años (siendo un compromiso electoral de AMLO en las elecciones de 2019).

La futurible mandataria de esta gran nación manifestó a su llegada al poder que : «No llego hasta aquí sola, llegamos todas con nuestras heroínas que nos dieron patria, con nuestras madres, hijas y limpias».

Sería deseable que mejor les explicara a las madres de los 43 que les sucedió a sus hijos y atendiera las muchas necesidades de su patria y   se dejara de exigir justicia sobre algo que sucedió hace más de 500 años, sin duda, es abrir un melón que no puede aportar más que problemas.