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(David Pasarin-Gegunde Linares) Tenemos hoy en día una visión distorsionada de lo que es el Liberalismo, en ocasiones demasiado condicionada por su vertiente económica y en otras como una ideología decimonónica alejada de nuestro tiempo. Sin embargo, la defensa de la libertad en todas sus vertientes, de los derechos del individuo frente al estado o a posicionamientos religiosos, es la verdadera esencia de la ideología liberal.
En este sentido, continuando con los principios que enuncio el propio movimiento allá por la época de la Revolución Francesa o las Cortes de Cádiz de 1812, la importancia de la libertad del individuo sigue estando vigente, en este caso que nos ocupa, para elegir su orientación y/o identidad sexual. De igual manera que el ciudadano debe determinarse en su faceta laboral, política o intelectual de manera autónoma, tiene también el derecho a ejercer de manera independiente la opción sexual o identitaria que considere adecuada para si mismo, sin ningún tipo de limitación desde su entorno o desde el propio estado.
Tal vez hasta ahora, por tratarse de un debate relativamente nuevo en nuestra sociedad el liberalismo no ha marcado una posición en en este sentido, entendible también por su ausencia intrínseca de dogmatismo. Ahora bien, llegado el momento, como siempre ha sucedido en la historia de esta ideología, apostará sin lugar a dudas por la libertad del individuo para definir su identidad de manera autónoma y de acuerdo con su propio criterio y conciencia… de esto va realmente el liberalismo.