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Profesionales de enfermería y un especialista en Neurología participan en una mesa informativa para concienciar sobre esta enfermedad, la principal causa de discapacidad en personas adultas
La Unidad de Ictus del hospital atendió en 2023 a cerca de 700 pacientes, cerca del 80% por un ictus isquémico
(Prensa Junta Andalucía) El servicio de neurología del Hospital Regional Universitario de Málaga ha organizado una mesa informativa en la puerta del pabellón B del Hospital General para conmemorar el Día Mundial del Ictus, con la presencia de varios enfermeros del servicio y un facultativo de la especialidad con el fin de informar y concienciar acerca de esta enfermedad que actualmente es la principal causa de discapacidad en personas adultas.
Esta iniciativa forma parte de los objetivos prioritarios del grupo andaluz de enfermería neurovascular (GENVA), grupo motor de enfermería del Plan Andaluz de Ictus, para visibilizar e informar sobre la prevención y actuación en relación a esta patología, así pues, el Hospital Regional Universitario de Málaga se une a la campaña internacional de la World Stroke Organization, cuyo lema es: “MUÉVETE, Sé #Mejor que el ictus”.
En España, anualmente, alrededor de 130.000 personas sufren un ictus. Las enfermedades cerebrovasculares, son la primera causa de mortalidad en España como cómputo global, siendo la primera causa en mujeres y la segunda en hombres. Un tercio de las personas afectadas sufrirá una discapacidad que le impedirá valerse por sí mismos. Más de 300.000 personas españolas presentan alguna limitación en su capacidad funcional tras haber sufrido un ictus.
La unidad de ictus del servicio de neurología del Hospital Regional Universitario de Málaga, atendió en 2023 un total de 692 pacientes, de ellos el 76.5% padecían ictus de carácter isquémico. La unidad cuenta con un innovador sistema de identificación de pacientes basado en colores llamado “proyecto flecha”, con el objetivo de personalizar y mejorar los cuidados brindados para el cual, la enfermería desempeña un papel crucial en este proyecto que consiste en generar tres tipos de intervenciones según la flecha que se ubica en el cabecero de la cama: estandarización de los cuidados, valoración y detección precoz de complicaciones de alto impacto, y la modificación del contexto físico de atención al paciente.
El ictus está considerado una emergencia que requiere una atención inmediata, ya que puede afectar significativamente la calidad de vida o representar un riesgo para la misma. Reconocer sus síntomas y actuar con rapidez puede marcar una gran diferencia en el pronóstico.
El Ictus puede ocurrir de dos maneras, cuando se bloquea una arteria (ictus isquémico) o cuando se rompe un vaso sanguíneo (ictus hemorrágico). Algunas personas pueden experimentar una breve interrupción del flujo sanguíneo al cerebro, conocida como accidente isquémico transitorio (AIT). Aunque esta no causa un daño permanente, puede ser una señal de alerta de un posible ictus discapacitante, por lo que es fundamental buscar atención médica de inmediato.
La mejor manera de prevenir es informarse sobre los factores de riesgo de un accidente cerebrovascular, seguir las indicaciones médicas y adoptar un estilo de vida saludable. Si ya has tenido un ictus estas medidas pueden ayudar a reducir el riesgo de que vuelva a ocurrir: controlar la presión arterial alta, reducir la cantidad de colesterol y grasas saturadas de su dieta, si se es fumador debe dejarse de fumar, controlar la diabetes, mantener un peso saludable, llevar una dieta rica en frutas y vegetales, hacer ejercicio en forma regular y descansar correctamente.
Rafael Bustamante, facultativo especialista del servicio de neurología destaca que el plazo máximo para recibir tratamiento farmacológico tras sufrir un ictus es de solo cuatro horas y media desde el inicio de los síntomas, a los que califica como múltiples y variables, pero incide en que fundamentalmente, son de tipo neurológico y de aparición brusca. Es fundamental conocerlos, y detalla algunos de los más frecuentes como son: El hormigueo o debilidad de un brazo o pierna, dificultad repentina en el habla o en la comprensión, problemas repentinos de visión en un ojo o en ambos, la pérdida de equilibrio o la debilidad de un lado del rostro.
La atención precoz por parte de neurólogos expertos y el ingreso en unidades especializadas reducen significativamente la mortalidad y la dependencia a largo plazo de las personas que sufren un ictus agudo. Por eso, es fundamental, ante una sospecha de ictus, llamar al 112 o 061 y seguir las pautas indicadas para ser atendido en el hospital adecuado.
Es importante hacer constar con la mayor exactitud posible el momento de inicio de los síntomas. Si el paciente no puede dar esta información o se ha despertado con señales de un posible ictus, la hora de inicio se considerará la última hora que estuvo despierto y asintomático.
En el caso del ictus isquémico, la finalidad del tratamiento es deshacer o extraer, en el menor tiempo posible, el coágulo que está cortando la circulación natural de la sangre en el cerebro. Para llevarlo a cabo, hay dos vías de actuación:
En el ictus hemorrágico, el tratamiento pretende frenar el sangrado que se ha producido por la rotura de un vaso y evitar el aumento de tamaño de la hemorragia. Por ello, se realiza una monitorización periódica del paciente para conocer el nivel de conciencia y el déficit neurológico.