Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 3 segundos
La pieza más antigua es de 1.487, por tanto es un museo, que podríamos denominar histórico y artístico, uniendo ambas fibras de la interpretación de la realidad, la historia y algunas de sus vicisitudes y elementos, y, el arte y las artes como representación de esa historia y del hombre que la habita… Porque al final, el ser humano habita la historia y la historia habita al hombre. En ese juego estamos surfeando sobre las olas de las décadas, generaciones, siglos, culturas, civilizaciones, en definitiva, de las interpretaciones del mundo, del yo, de la naturaleza, de la metafísica, de y de… Somos un combinado de tantas cosas, formando una unidad substancial, como nos diría, plagiando y retocando al gran maestro y viejo Aristóteles, la unidad racional substancial…
Todos los museos que recorren un largo viaje en el tiempo, pongamos varios siglos, y, que por tanto, combinan varias artes y artesanías y técnicas e historias, nos muestran algo del corazón humano, algo muy profundo, algo del ser y del estar profundo y accidental. Los accidentes conforman también al ser humano. Sin piel los humanos nos moriríamos por las bacterias y virus y los fríos. La piel de las cosas también es necesaria. Damos poca importancia al accidente, cuándo el accidente, siguiendo a Aristóteles, ya que hoy, lo estamos mencionando, el accidente está relacionado con la esencia, y, la esencia puede tener varios accidentes.
Pero en esa mezcla de esencia y existencia que nos hablarían los metafísicos, de materia y forma, de potencia y acto. Eso es lo que somos, todo eso combinado intentando comprender y entender lo que somos. Somos un camino que vamos haciendo y nos va haciendo. Una decisión pequeña, puede ser baladí, o, recordamos aquella decisión pequeña que nos condicionó todo el existir y toda la existencia. No sé, no sabemos dónde estamos, no sabemos dónde somos del todo, miramos con una pequeña vela todo el universo… Todo esto y más, nos muestra y demuestra un museo, éste museo del que estamos hablando. Somos de alguna manera, lo que los museos nos dicen que somos. Pueden que los grandes discursos tengan una lógica y una finalidad, pero vas y entras en la gruta-cueva de un museo, sea pequeño o grande, y, te encuentras con objetos o piezas –ahora llaman piezas-, que desentonan. Pues ese desentono es el misterio del hombre.
Un trozo de cerámica que forma un botijo que está medio roto de hace cinco siglos, nos está diciendo tanto y tanto de nosotros. Podemos imaginar el corazón de una familia, el corazón de un tiempo. De todas esas vidas anónimas que hacen y padecen la historia, que mueven la historia, que son movidos como hilos por otras manos. Eso es lo que somos. Millones de seres inéditos e incógnitos, que nunca pondrán nuestro nombre en los museos, pero que hemos padecido la historia, que hemos hecho la historia, somos y resomos porque estamos y reestamos, somos los sujetos elípticos de la historia. Los museos muestran algo de nosotros. Una guitarra que nadie sabe quién tocó, pero que tocó el aire del sonido y del corazón humano…
Piezas que son arte, pero que denominan decorativas, que no están en los primeros ranking del valor poético-estético-económico-axiológico, ni en su época, ni ahora, pero que nos muestran el corazón profundo de la cosa, de la rex, de lo real, de la realidad. Eso que pudo haber estado durante generaciones en un palacio o en una tasca, que se ha recuperado para seguir continuando otra vida, en algo que llamamos museos, al final, colección de colección de cosas, como el Museo y Biblioteca de Alejandría. Al final, somos y estamos en una gran laguna-lago que denominamos Mar Mediterráneo, eso somos y en eso estamos, en esta piscina grande que denominamos Mare Nostrum. Porque al final, no sabemos si nosotros hemos creado este mar, o este mar nos ha creado y criado y diseñado e inventado a nosotros, o, ambas cosas, en proporción diferente…
Pasan las ideas, ideas como conjuntos de ideas y nos van haciendo, porque las ideas también nos hacen, no solo el pan, ni solo la batallas. Somos una sinfonía de cosas con ideas y conceptos y percepciones y colores y formas y… Y, eso es lo que somos. Una sonata que intenta ser y comprender lo que es y comprender su estar. Comprender lo que somos aquí y ahí, comprender si existe Allí y Allá. Y, algo de todo ello nos muestra un museo, nos muestra este Museo, MUPAM.
Siento atracción por los museos pequeños y museos medianos, me gustan los grandes centros artísticos, pero los museos medianos y pequeños, nos dicen cosas muy profundas de nosotros mismos, si es que somos capaces de mirar y remirar, de parar y repararnos en los ojos de los vientos. Al final, nos vamos dando el testigo unos hombres a otros, la historia es una gran carrera de relevos, vamos dando el testigo a otros. Y, algo de lo que hacemos, algo de lo que somos, se va quedando en los vientres de lo que denominamos museos, colección de colecciones de deseos de lo humano.
Visite usted este museo, el MUPAM, y, quizás entienda algo mejor y más de usted mismo… Paz y bien…