Alumnos de FP de El Pinar actúan como guías ecuestres de jóvenes con síndrome de down en el marco de una experiencia didáctica inclusiva

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Más de una decena de estudiantes del Grado Medio en TEGU interiorizan los objetivos curriculares de esta asignatura específica de su plan de estudios trabajando la ‘Equinoterapia’ con chicos y chicas de la ONG malagueña Málaga Down en una iniciativa que une el aprendizaje específico con la acción social y que se ha convertido en un ejemplo de integración y enriquecimiento mutuo

(Departamento Comunicación Colegio El Pinar) En ocasiones la escuela se convierte en el mejor camino para hacer realidad el sueño de otros. Especialmente cuando hablamos de personas con diversidad funcional. Cuando esa ‘escuela’ va más allá de los muros del centro o del aula; la vida es mucho más que una pizarra -aunque sea digital-, un cuaderno o un pupitre. Un docente, un joven y un hecho didáctico que va más allá de las cuatro paredes de un recinto educativo. Es el concepto de centro que rige el día a día de muchos de los estudiantes de Ciclos Formativos del Colegio El Pinar. Acostumbrados a llevar a la calle las lecciones y a convertir sus objetivos curriculares en un medio para acercarse a la sociedad, estos días, los alumnos y alumnas del Ciclo Formativo en ’Técnico en Guía en el Medio Natural y de Tiempo Libre’ (TEGU) han transportado a una nueva dimensión a una veintena de chicos y chicas de la ONG Málaga Down que han tenido la oportunidad de explorar nuevos límites sobre la grupa de un equino.

Un caballo, una mano amiga y un derroche de generosidad mutua. Estos han sido los ingredientes que se han conjugado en el centro ecuestre Víctor López de Alhaurín de la Torre para hacer posible una práctica guiada en la que jóvenes como Manu Guerrero, Francis Moreno o Alicia García, de Málaga Down, entre otros, han tenido la oportunidad de vivir momentos únicos a lomos de unos animales especialmente preparados para Equinoterapia; una mañana que difícilmente olvidarán los protagonistas situados a uno y otro lado de la montura.

ASIGNATURA CURRICULAR

Esta iniciativa de trabajo de campo, realizada en el marco del módulo curricular de ‘Guía Ecuestre’, unido a la materia de ‘Atención al Grupo’; ha incluido una colaboración con esta importante organización malagueña, cuyos chicos y chicas y, al menos durante una mañana, han disfrutado de una sesión que, como la propia Gracia Casado explica -monitora y trabajadora de Málaga Down- “les transporta a otro lugar, les confiere seguridad en sí mismos, les resta miedos y les hace olvidarse de todo durante dos horas que para ellos supone mucho más que los minutos y segundos que permanecen sobre el caballo”. “La interacción con estos animales es muy especial. Se establece una conexión única. Nosotros comprobamos los beneficios días después. Los ves con menos estrés, más animados y felices. Es muy importante para ellos”, añade Casado.

Tanto es así que la profesora Marina Ramos, titular de este Ciclo Formativo de Grado Medio en el Colegio El Pinar, que ya ha supervisado el proyecto en otra ocasión , no oculta  que “enriquece de igual manera tanto a los estudiantes como a los jóvenes objeto de la iniciativa”. “Por eso volvemos a colaborar con ellos. Pensamos que es una manera de desarrollar los objetivos curriculares aportando un plus tanto en lo personal como en lo didáctico. Y es fundamental cuando hablamos de estudiantes que se están formando para trabajar y conducir grupos en la naturaleza. Es un enfoque muy positivo”, comenta.

PROTAGONISTAS

“Colaborar con ellos, ver sus caras, estar a su lado y comprobar la ilusión y la intensidad con la que nos dejan llevarles sobre el caballo te llena de una manera emotiva”, asegura la joven Tania Sánchez, alumna de El Pinar. “Creo que aprendemos tanto de ellos como ellos lo pueden hacer de nosotros. La verdad es que, aunque entraña cierta dificultad porque es cierto que no estamos con un grupo convencional -son personas que requieren una atención especial-, merece mucho la pena; la satisfacción que te llevas a casa es total”, explica, por su parte, la alumna Marina Ruiz.

Para Jorge Bedoya, “se trata de momentos únicos a los que no puedes llegar con otros perfiles. Ellos participan activamente y se entregan a fondo. Es algo que merece mucho la pena. No tiene nada que ver con la experiencia de cualquier otro grupo y, desde mi punto de vista, el aprendizaje es más intenso; más completo, se podría decir”.

Elena Luque, monitora especializada de Equinoterapia en el centro ecuestre alhaurino, explica que esta práctica les ayuda mucho, tanto en el aspecto físico como en el psicológico. “Se produce una mejora en su equilibrio, elasticidad y también tiene efectos sobre la musculatura. Se trata de mejoras muy significativas en este grupo de personas. Por no citar la autoconfianza y la superación de miedos, que es muy importante”, comenta Luque, quien añade que el caballo es un animal con el que se consiguen logros que pueden considerarse “casi magia”, comenta entre risas.

A su lado, la profesora Ramos apostilla que “se trata de una de las experiencias más gratificantes que se pueden vivir como docente”. “Las caras de ilusión y la gratitud de estos chicos y chicas con las que estamos colaborado lo dicen todo”, comenta al poner el cierre a la práctica, mientras conduce a uno de los caballos fuera de la zona de ruedo. Aprender, colaborar y mejorar la sociedad mientras se lleva la experiencia didáctica a un nuevo estadio. El esquema metodológico de estas enseñanzas de postgrado va más allá de la realidad el aula.