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El secretario del Tesoro de Estados Unidos (EEUU) acaba de amenazar, de manera directa, al presidente Pedro Sánchez durante su viaje a China. Nuestro apoyo y respaldo al presidente del Gobierno de España frente a tales amenazas mafiosas. Estamos de su lado.
«Eso sería cortarse el cuello», ha declarado el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, durante un coloquio en la Asociación de Banqueros Americanos en referencia al viaje de Pedro Sánchez a China y Vietnam, y a la postura de que Europa quiera alinearse algo más con China. Y esto continuando lo que Trump escupiera públicamente -en referencia a los países del mundo- que “están besándome el culo.”
‘Estados Unidos amenaza a España porque no muestra absoluta sumisión’ sería también un título digno para este artículo, pero me he permitido usar el actual dominante lenguaje “culto” de la burguesía monopolista estadounidense ante su ocaso imperial -que está alcanzando cotas profundas y simas insondables- para proponer otro posible título ‘EEUU corta el cuello a España si no le besa el culo’. Ustedes, lectores, pueden elegir el que más les guste.
Toda posición independiente ante EEUU es valiente
Ahora, ser “aliado” de EEUU no ofrece seguridad alguna, más bien te pone en el centro de la diana, con alta probabilidad de sufrir lo que en la Unión Europea (UE) ya se califica como “política predatoria” por parte de la superpotencia.
Por ello, la UE se ha planteado la necesidad de diversificar sus exportaciones, para no depender del mercado estadounidense, con la voluntad de incrementar las relaciones con China y el conjunto de Asia. Por eso, con el aval de Bruselas, Pedro Sánchez ha viajado a China y Vietnam, para buscar nuevos mercados.
Nadie -que de verdad defienda los intereses de España y su población- puede dejar de apoyar los pequeños pasos dados por nuestro presidente para enfrentar los golpes estadounidenses a nuestra economía y a nuestra gente, buscando una alternativa beneficiosa. Bien claro lo dejan las amenazas de Washington.
¿Por qué una superpotencia usa amenazas mafiosas?
La subida masiva de aranceles no es un nuevo delirio de Trump. Forma parte de un plan para mantener la hegemonía estadounidense. Los aranceles son un arma política. ¿Qué busca la superpotencia al desatar una guerra comercial?
Persigue un triple objetivo: detener el crecimiento de rivales que desafían su dominio, especialmente China; fortalecer la economía estadounidense en su base industrial; e imponernos a los países que domina nuevos tributos.
Y para ello utiliza las formas clásicas de las potencias imperialistas. En 1903 el ministro británico de Asuntos Exteriores definió las subidas de aranceles como una forma de ganar las partidas en una sala de pistoleros, al apuntar con “un arma un poco más grande que la de los demás”. La necesidad de empuñar el “gran revólver”, para imponer los intereses del imperio, pasó a ser un eslogan de la política exterior británica.
Ahora EEUU, como única superpotencia, vuelve a poner encima de la mesa el “gran revólver”. Desata una ofensiva arancelaria bajo formas agresivas. Pero esa virulencia está determinada por la necesidad de revertir su ocaso económico, porque China y muchos países del Tercer Mundo ganan.
EEUU contra el mundo y el mundo contra EEUU
Donald Trump ha decidido lanzar una guerra arancelaria total contra todo el planeta. Salvo la Rusia imperialista de Putin, con la que trata de repartirse las riquezas de Ucrania, la Casa Blanca ha ordenado severos aranceles contra todas naciones del globo, contra gigantes económicos como China y la Unión Europea. y diminutas naciones africanas como Lesoto, cuyo PIB es equivalente al de una capital de provincia de España.
Ni siquiera territorios tan remotos como las Islas Heard y McDonald, cerca de la Antártida, cuyos únicos habitantes son los pingüinos, se han librado del furor arancelario de Trump. Esto último, que ha sido motivo de burlas y memes, también se puede interpretar en clave política: Trump ha declarado que el mundo es de EEUU, incluidos los olvidados archipiélagos del Indico Sur.
Quizás la única virtud que podemos concederle a la ultrarreaccionaria línea Trump es que ha conseguido poner de manifiesto -de forma franca y abierta- la contradicción principal que recorre el planeta. La que enfrenta a la superpotencia estadounidense con el conjunto de países y pueblos del mundo. Podríamos incluso aplaudir los esfuerzos del presidente Trump por demostrar sin género de dudas ante la opinión pública internacional que EEUU es el principal enemigo de todos los países y pueblos del mundo.
No es un signo de fortaleza, sino de debilidad
Poniendo aranceles hasta a los pingüinos, EEUU puede pretender reafirmarse en que el mundo es suyo para devorarlo. Pero la realidad le rompe los dientes. Porque, aunque sea la única superpotencia, el hegemonismo estadounidense está sumido en un irreversible ocaso imperial, que se desarrolla a velocidad creciente.
EEUU conserva aún sus más poderosas cartas -económicas, políticas y militares- para intervenir en todos los asuntos mundiales, y su poder es temible. Pero no puede evitar ver como su hegemonía se erosiona, golpeada por la lucha creciente del conjunto de países y pueblos del mundo, que avanzan en su camino por la independencia, la soberanía y un desarrollo propio y autóctono, zafándose del yugo de la superpotencia y privando a EEUU de espacios de explotación, dominio y control.
Eduardo Madroñal Pedraza