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Uno de los cambios revolucionarios positivos que ha traído Internet, aunque no todos son positivos, es el blog. El blog puede hacer a cualquier persona escritor o…
Aunque apenas sea leído y visto, alguien que se dedique a la investigación o a la creación en cualquier saber o ciencia o arte con un blog puede presentar su trabajo al mundo. Lo hace público, que eso significa publicar. Puede que después sea visitado por diez personas o por cientos de miles. Lo mismo aplicables a las redes sociales.
He indicado siempre que un escritor necesita cinco pasos: observar-estudiar-leer, pensar-analizar, escribir-materializar el producto, publicar o hacer público, recibir un dividendo social y económico. Hoy, Internet permite, al menos, los cuatro primeros. Por tanto, diríamos que esa necesidad de escribir o pintar o construir fotografías o realizar ensayos o plantear cuestiones matemáticas. Todas esas cuestiones pueden hacerse en Internet. Ejemplo en matemáticas, Perelman.
Otra cuestión es cuánto tiempo van a estar en la realidad o en el mundo, si van a ser visitadas y después se perderán dentro de diez o cien años. Eso es otra cuestión que personalmente no sé contestar.
Cuando hace dos décadas empezaron los blogs y semejantes, se extendió por la comunidad cultural de autores y creadores e investigadores un viento y huracán de enorme esperanza. Porque consideraron que era la solución definitiva a su necesidad de escribir y hacer público. Yo, que ya tenía cierta edad, pensé que sucedería como en todo: los peces ballenas grandes se comen con pimientos a los pequeños. Es decir, las grandes empresas serían las que tendrían millones de visitas, y los pequeños solo unas docenas o unos cientos. Y eso es lo que ha sucedido.
Pero aunque sea unas decenas, eso me sucede a mí en la red Equis, en Facebook, en los varios blogs que dispongo: solo se reciben varias decenas de visitas, y en las redes, como no sigo yo a nadie, no pasan de unas decenas tampoco… Pero bueno, creo que he cumplido con mi deber de materializar lo observado y pensado en escritura y difundirla.
Si a alguien se le ocurre una idea o una pregunta, su deber es hacerla pública, quizás llegue a una costa o mar o labios que sepa valorarlo, y sirva para perfeccionarla, y por tanto, entre en el conducto de la cultura. Quizás. Ahora con la IA, quién sabe si una solución de alguien que vive en una aldea desconocida de la India pueda servir, ante un problema, y un sistema de búsqueda de soluciones con el Big Data y la IA la encuentre y pase al torrente de la cultura académica y oficial.
En esta búsqueda por el articulismo ibérico que voy haciendo, me he encontrado con un libro de entradas del blog de Vicente Verdú Macià (1942-2018), notable escritor, periodista, articulista, poeta, también pintor –actividad que desconocía–. Que en una entrada de un blog, que al final son pequeños artículos, el género de la prosa en pequeño o fragmentos de prosa, titulado: La identidad del escritor, con fecha del 22 del junio del 2007, reflexiona sobre la escritura y la literatura y oficios conexos. Creo que en un mundo con tal cantidad de información disponible, la sociedad se ha visto obligada a reducir el mensaje, en número de palabras, también posiblemente en número de ideas, imágenes, símbolos, argumentos, datos…
Creo que la tragedia del escritor/a hoy –creo que ha sido durante todos los siglos–, aplicado a todas las actividades de investigación y de creación cultural, en todas las disciplinas, es que todo el mundo sabe que, a lo sumo, tendrán presencia en la sociedad un uno o dos o tres por ciento. Quizás, después un diez por ciento, de vez en cuando, y el resto pues sus producciones se perderán. Pienso que esto es la gran tragedia de los productores, los que producen cultura, en definitiva, interpretación cultural.
Pienso que en el siglo veintiuno se siga tolerando y aceptando que miles, decenas de miles de obras y de autores de cada generación se pierdan. Que miles, decenas de miles de obras de cada generación se pierdan, creo que es una injusticia, iniquidad, salvajismo cultural. Aunque sean los autores y productores de tercera o séptima fila. Creo que alguien que se ha tirado diez o cincuenta años haciendo poemas, aunque sean de poca calidad, merecen que las Administraciones Públicas y las Entidades Privadas les ofrezcan un sitio o un lugar donde su producción pueda permanecer para generaciones futuras –aunque no puedan publicarlo como libro o libros, por mil razones, que no vamos a indicar aquí–.
Muchas veces, he pensado, me he preguntado, que ese afán de escribir o pintar o filosofar o hacer música o realizar matemáticas, si no tendría un cierto carácter enfermizo. Nadie se ofenda. Que alguien se pase diez o cincuenta años de su existencia escribiendo novelas, obras de teatro, poemas, pinturas, dibujos o cualquier otra cosa. Y que prácticamente a nadie interese, y que solo dedica tiempo y dinero. Y al final, de momento, sabe que posiblemente todo o casi todo se perderá.
Me pregunto si no es éste un pequeño síndrome, una pequeña enfermedad o patología, aunque sea pequeña y suave. Aunque siempre es mejor hacer poemas malos que no beber buenos cubatas u otras cosas, que al final, te quema el riñón, el bolsillo y te orada la moral.
http://www.facebook.com/cuadernossoliloquiosjmm © jmm caminero (25 abril-04 mayo 2025 cr).
Fin artículo 4.848º: «El escritor y los blogs y Vicente Verdú».