Tiempo de lectura aprox: 56 segundos
(Fotos: Chispa Art) Se comenzaba el scrimmage conjunto antes de lo previsto debido a las altas temperaturas que azotaban Almería el pasado domingo. La decisión fue estratégica: evitar el peor calor y mantener el rendimiento lo más alto posible.
El scrimmage se dividió en cuatro cuartos muy marcados. El primer cuarto fue, sin lugar a dudas, del equipo malagueño. Su juego aéreo y las carreras demolieron cualquier intento de contención. Fue como si todos los entrenamientos de corrección hechos durante la temporada se esfumaran ante su ejecución precisa y contundente.
En el segundo cuarto apareció ese pequeño fantasma que nos visita cuando las cosas se tuercen: la frustración. El físico empezó a flaquear y el calor, absolutamente desbordante, nubló las ideas. El equipo malagueño se dejó arrastrar por el cansancio y la desesperación, aunque logró reaccionar en los minutos finales del cuarto, dejando ver que todavía había gasolina en el tanque.
El tercer y cuarto cuarto fueron otra historia. Predominaron la condición física, la técnica y la táctica. Fue un despliegue imponente que condujo al resultado final de 24 a 72. Jon Ander Marcuartu se lució con seis anotaciones, Alberto Cabello brilló con tres intercepciones, y Carlos Casares dominó en la línea con una constancia que impidió cualquier relajación. En ningún momento se bajó la cabeza, y eso fue clave.
Este tipo de scrimmages sirven para reforzar conceptos fundamentales: control, lectura de bloqueos, y agresividad disciplinada. Manolillo Aranda demostró una lectura contra bloqueo digna de un linebacker veterano.
Llegamos con 11 jugadores. Ellos, con 20. Pero fuimos superiores en todos los aspectos del scrimmage. Hoy no solo se ganó un entrenamiento: se reafirmó un estilo, una mentalidad y una convicción.