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Rafael Ruiz expresa, desde el fondo de su corazón, a modo de crónica, sus vivencias y sensaciones en la gala benéfica en pro de la invetigación del cáncer infantil que el Grupo Girasoles de Alhaurín de la Torre el pasado sábado 21 de septiembre en el Auditorio de la Finca El Portón.
¡ A compartir!
Enmarcado entre columnas de numerosos globos sujetos a una cuerda, tiempo habría después de soltarlos para que se elevaran al cielo, y preciosos girasoles, obra de la mano humana, aparecía un vistoso cartel anunciando el cuarto festival benéfico infantil en favor de esos niños, demasiados, a los que esa malvada enfermedad, que llamamos cáncer, se ha empeñado en arrebatarles su connatural alegría…¡Y no solo la de ellos, también la de sus familiares y, en definitiva, la de toda una sociedad a la que quiere robar su esperanza de futuro!.
El escenario iba a juego con tan noble causa: el Portón de Alhaurín de la Torre, lugar precioso. Alhaurín es una ciudad valiente que no se esconde por dura, desigual e injusta que sea la batalla que tenga que librar para estar con sus “pequeños”, pero grandes héroes. Desea estar con ellos, siempre juntos, en lo bueno y en lo menos bueno, segura de que, tarde menos o más, el triunfo ha de llegar.
El Sr. alcalde y todas las autoridades; empresarios, grandes y pequeños; todos han estado a la altura exigida, ofreciéndonos, cada cual, a su modo, una mano amiga. Junto a ellos, un montón de criaturas también han brindado su ayuda: presentadores, que nunca han pisado un plató de televisión, pero que presentan como el que mejor; artistas jóvenes, muy jóvenes, pero que actúan con gran desparpajo; jovencísimos cantantes en los que ya se vislumbra toda la grandeza del arte…
Todos se sienten a sus anchas, obran con la mayor naturalidad: mientras el público se acomoda, unos templan su voz; otros, van colocando luces y elementos… No les importa estar ante tanta gente, hoy es un día especial, les da igual…
Y como el tiempo es oro y hay que aprovecharlo, aquí vemos a Iluminada, motor de extraordinaria fuerza en este tipo de eventos, consultar sus muchas anotaciones para no olvidarse de nada ni de nadie, para dar las gracias y hacer las cosas como corresponde… Y vemos también guapísimas señoras ofreciendo a dos euros la tira de números para un gran sorteo y, como no, a mucha otra gente afanada en montar un bar de inmejorable servicio que ayude también con sus alimentos y bebidas a mejorar sus ingresos…
No podemos olvidar, la generosa asistencia y graciosa participación de cinco maestros cortadores de jamón, que no sólo trabajan gratis, sino que dan, gratis también, su propio jamón…
¡Qué decir de los aseos, limpios como una patena!. Jardines cuidados, de diseño, limpieza impecable… ¿Y el público? Magnifico, entregado, dispuesto a disfrutar con las actuaciones de sus jóvenes artistas, un público que aplaudiría a rabiar…
No podía faltar el factor sorpresa, esos guerreros de otras galaxias, o esa banda de música municipal interpretando magníficas versiones consagradas por el cine…
¡Y qué decir de la belleza plástica de algunas danzas, esa sintonía entre mente y cuerpo llevadas al movimiento!
¿Qué más decir de esta inolvidable jornada? Hasta pequeñas pujas por un plato de jamón. Entre actuación y actuación, el comentario, la charla con los amigos, agradables e inesperados encuentros…, sorteos, autobuses que tuvieron que irse porque venían de lejos… ¡Lo importante es que vinieron!
En un determinado momento, nuestra gran presentadora, Iluminada, nos hace saber que se han recaudado 7.000 euros que entrega a una joven que se ha tomado muy a pecho, como tantos otros compañeros, la cura de esos niños y encuentra en esos 7.000 euros más de siete mil razones para seguir buscando nuevos y mejores remedios. ¡Gracias, doctora!
No quisiéramos olvidarnos de Lola y Guillermo, dos presentadores de ocho y once años, los dos igual de buenos…
Detrás de esos grandísimos artistas están sus padres, maestros, la ayuda del compañero… Nada hay si no estamos todos…
Al final se van apagando las luces, todo se va quedando más solo… El público vuele a sus casas, satisfecho… Los últimos colaboradores vendrán por la mañana a dejarlo todo limpio de nuevo… ¡Gracias también a ellos!.
Pienso en la parábola del Sembrador: es verdad que la semilla caerá en parte en suelo pedregoso y el Sol la secará pronto; que otra, se la comerán los pájaros; pero que habrá también una sisniente que caerá en buena tierra y producirá el mil por uno.
¡Niños que hoy necesitáis de esa ayuda, tened mucho ánimo! Son muchos los buenos amigos que tenéis, no estáis solos.
Rafael Ruiz