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Ayer 17 de Octubre conmemorando el día de las Mujeres Rurales nos reunimos, nos contamos anécdotas, proyectamos un documental sobre este oficio, y en nombre de muchas otras la Asociación AFERUM, el GDR Valle del Guadalhorce y todas las áreas de igualdad de los ayuntamientos de la comarca le entregamos un diploma y unas bellas flores a Faeneras de estos pueblos, porque realmente creemos que nadie les ha reconocido su labor lo suficientes, que apenas aparecen en los escritos de la época y en realidad han sido una gran contribución a la economía de la comarca, y sobre todo para resaltar sus deseos de emancipación y libertad, a su fuerza como mujeres que han trabajado duro dentro y fuera de sus hogares cuidando de la tierra y de las personas, gracias por el ejemplo y gracias por vuestra unión.
En breve se publicará un hallazgo histórico que revela cómo las mujeres de la comarca se estaban organizando para mejorar su situación de autonomía, desde la posición como mujeres, usando para ello su identidad e incluso el lenguaje incluyente en la redacción del documento de constitución.
Casi cuarenta Faeneras recogieron su reconocimiento, y pocas han sido…En nuestros pueblos muchísimas mujeres han trabajado en este oficio desde finales del SXIX y hasta la actualidad.
Cada quien tenía su especialidad: Las triadoras se encargaban de desechar la fruta en mal estado, las apartadoras clasificaban la fruta según su tamaño, las limpiadoras le daban lustro, las cuartilleteras empaquetaban las naranjas y los limones, las pijadoras envolvían los cítricos en un papel de colores con la imagen de la marca, esto en lo relativo a los cítricos, pero también han trabajado con higos, membrillos, almendras…
«Alrededor de una pila, cada una de ellas, sentada sobre una caja de madera, hacía con gran velocidad y destreza su meritorio trabajo» según nos cuenta en su revista «Historia del Mercado Mayorista de Coín por de Juan Frías»
En Álora, Pizarra y Cártama sin duda sus labores han estado muy conectadas con la llegada del ferrocarril, por lo que sus puesto de trabajo estaban cercanos a los vagones.
«…Siempre me ha gustado la Faena» nos confesaban muchas, y es que a pesar de la dureza, alimentaba sus anhelos de libertad y autonomía. En muchas ocasiones madres, hijas o hermanas eran llamadas a la faena, el pago que recibían normalmente muy bajo apoyaba la economía familiar. El frío, en muchas ocasiones el hambre era paliado con el líquido de los frutos y con las risas en compañía.
La Faena fue el trabajo mayoritario de las mujeres en nuestra comarca, tras esto muchas han seguido trabajando en almacenes de frutas, o en los embutidos, para entrar en las cooperativas textiles durante el SXX.