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(Mar Bassa/Estudiante de Periodismo en la UMA) Eres un prisionero y no lo sabes. Eres un esclavo y no lo sabes. Tienes menos libertades de las que piensas y no lo sabes. Llevas unas esposas invisibles y no lo sabes. Igual sí que lo sabes, pero no prefieres pensar en ello, o que directamente no te importe nada. Prefieres mirar paRa otro lado, callarte, dejarlo pasar. “Adaptarte» a lo que hay.
Bueno, quizás me haya pasado un poco con este primer párrafo. Suena muy fuerte. A lo mejor incluso muy bestia. Pero no deja de ser una realidad, aunque sea algo más leve o pase desapercibido. En realidad, nos matamos a trabajar. A veces, a cualquier precio.
La precariedad laboral en España es una lacra que tenemos desde hace tiempo atrás y que parece que seguirá estando. Aunque sepas que no es lo mejor para ti, piensas que es lo que hay. Y si decides que no es lo suficientemente bueno, no pasa nada, ya vendrá otro y ocupará tu lugar.
Lo cierto es que hace no mucho leí un artículo que hablaba sobre la profesionalidad, la vocación y el trabajo. El periodista no tenía vocación, pero se considera un profesional y, defiende, eso es lo que le hace seguir trabajando. Cito textualmente: “El profesional puede parecer despegado, poco ambicioso, pero nunca pierde la perspectiva”.
Y me dio que pensar. Es decir, para él un profesional no se deja pisotear. Por el contrario, aquel que tiene vocación está condenado a todo tipo de “chapuzas”. Hacer el trabajo sucio que los profesionales no quieren, alargar sus horarios de trabajo… Hacer todo lo posible por cumplir su sueño.
Tu sueño puede convertirse en una pesadilla.
Honestamente, nunca me había parado a pensar así. Sigue diciendo el autor que los que tienen vocación llegan a frustrarse. Puede que porque habían idealizado su profesión. Son meros conformistas. “Es lo que hay», hasta que encuentres tu sitio. Pero primero lo tienes que pasar mal.
Por una parte sí que estoy de acuerdo. Los que tienen una verdadera vocación se convierten en esclavos. Se abusa de ellos. No digo que sea por culpa de los jefes, que podría ser en algunos casos. La precariedad asusta. Te limitas a hacer lo que tienes para “ir metiendo la cabeza», que lo bueno ya me llegará. Que primero tengo que hacerme valer, que me conozcan.
Y yo me pregunto: ¿Hasta qué precio estamos dispuestos a aceptar que se abuse de nosotros con tal de cumplir nuestro sueño?
También hay gente con vocación que no se conforma. Que lucha por sus derechos, no se deja pisotear. Resiste. Y así debería ser. A la meta no se llega en un día, o en un año, o incluso en cinco. Pero puedes llegar sin ser un prisionero más. Será difícil, pero no es imposible. El que quiere, puede.
Y la verdad es que el panorama da miedo. Ahora se han despedido a tres periodistas del Diario Sur por cerrar la delegación en Marbella y la versión alemana. Ante esto, tu pensamiento es que cómo no te vas a conformar con lo que hay si te puedes ir en cualquier momento.
Precisamente por eso. Si los trabajadores no luchamos por un empleo digno, ¿quién lo va a hacer? Porque el famoso “si no lo quieres tú, otro lo hará”, debería dejar de decirse. Tendríamos que negarnos a hacer aquello que es abusivo. Es algo idílico, siempre va a haber alguien que lo haga por varios motivos.
La cosa está muy mal y si no nos ayudamos entre nosotros, irá a peor. Ya no solo por nosotros mismos, hay que pensar también por aquellos que lo hicieron en su momento y por aquellos que vendrán en el futuro. No seas esclavo de tus sueños.