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¡Quién nos iba a decir hace unos meses, que nos tocaría vivir momentos como este!, que un microscópico virus tendría el poder de cambiar nuestras vidas, nuestras costumbres, nuestra manera de pensar….que echaríamos de menos algo tan cotidiano como dar un beso a nuestro padre, a nuestra madre, a nuestros hijos…. Que no podríamos despedirnos de nuestros muertos como nosotros acostumbramos a hacerlo.
Desde luego que todo esto invita a la reflexión, a pensar qué cosas son de verdad importantes y cuáles no lo son, pero sobre todo invita a que permanezca en nuestra memoria aquello que se nos está haciendo aprender,….. sólo gestos de amor y solidaridad podrán sacarnos de todo esto.
Gestos de amor como el de tantos sanitarios que se exponen todos los días para atender y cuidar a personas enfermas. Sólo cuando una amenaza afecta a todos hemos sido capaces de valorarlo, quizás ahora más porque su heroicidad es manifiesta cuando luchan contra el virus incluso sin armadura.
Gestos de amor como los de las fuerzas de seguridad o la UME, que intentan entrar en razón a aquellas actitudes egoístas de unos pocos, que se sienten inmunes a todo, y que no ven que pueden ser un arma letal con sus movimientos y su continuos intentos de vulnerar el confinamiento que con tanto esfuerzo hacemos la gran mayoría.
Gestos de amor de servicios sociales, protección civil, ongs del municipio, que cada día de una manera u otra, trabajan sin descanso para escuchar e intentar ayudar a los más desprotegidos, a los que por no tener no tienen ni a un hijo, ni a un hermano, ni a un padre ni a un amigo.
Gestos de amor como el de nuestros mayores, que desde sus casas contemplan con pavor como cada día las cifras de fallecidos abruman, y que en su inmensa mayoría corresponden a gente de su edad, gente que construyó los cimientos sobre los que caminamos y que hoy tiemblan, gente con la que tenemos una obligación humana y moral de velar por ellos, de cuidarlo y darles todo nuestro amor. Incluso así son capaces de resignarse y decir nosotros ya hemos vivido mucho y con amor prefieren que este virus se los lleva a ellos antes que a un joven.
Gestos de amor como la de la gran mayoría de la sociedad Alhaurina, que con gran esfuerzo se mantiene firme en sus casas, trabajando desde casa, o en paro por la situación caótica actual, atendiendo las tareas escolares de sus hijos, llamando y escondiendo lagrimas en los ojos a sus padres a los que no pueden visitar por protegerlos.
Vivimos unos momentos difíciles, inciertos, en los que, como siempre, unos salen peor parados que otros. Hay mucha gente que lo está pasando mal, sobre todo aquellos que ya lo pasaban mal antes de que llegara todo esto. Yo veo como mi pueblo se mueve, reacciona, y acude a ayudar a los que más lo necesitan….pero vamos a necesitar más, por eso hoy Jueves Santo hago mi última reflexión:
“Nuestros corazones no están confinados, dejémoslos volar, dejarlos salir en busca de quienes lo necesitan. Nuestras imágenes, reposan en su templo, con su mirada perdida, quizás vigilantes de lo que hacemos, prisioneros sus cofrades porque no pueden sacarlas a la calle…pero apelo al corazón cofrade a que se sume en estos momentos a ayudar a los que más lo necesitan, todo esto tendrá más sentido si oímos la mirada perdida y encerrada en los templos de nuestras imágenes que quizás y solo quizás estén esperando a que nuestros corazones vuelen”
Queridos amigos, mucho amor y buena Semana Santa