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Ya forman parte de nuestro día a día los geles hidroalcohólicos tanto en nuestra casa como fuera de ella. Estos geles nos crean una sensación de falsa seguridad y no nos paramos a pensar si realmente son eficaces o simplemente es similar a un efecto placebo. Los geles desinfectantes y antibacterianos para las manos no son tan efectivos contra algunos tipos de gérmenes que se pueden controlar mejor con agua y jabón. Las medidas de precaución siguen siendo importantes para evitar el contagio de COVID-19. Para que un gel hidroalcohólico sea eficaz neutralizando al nuevo COVID-19, este tiene que tener un porcentaje de alcohol mínimo.
Según indica el Ministerio de Sanidad de acuerdo a las guías publicadas por la OMS, las soluciones de alcohol que contengan entre un 60 y un 80% tienen actividad microbicida, y establece que la eficacia óptima para productos utilizados para el frotado de manos se alcanza con productos que contienen un entre un 75 y un 85% v/v de etanol, isopropanol, n- propanol o una combinación entre estas sustancias. El alcohol al 70% es rápidamente bactericida, tuberculicida, fungicida y viricida, incluyendo a CMV, VIH, y VHB, pero no actúa sobre esporas. Esto quiere decir que, en el caso de que el gel solo contenga alcohol, no eliminará el COVID-19, solamente las bacterias que producen otras enfermedades. El etanol tiene una actividad virucida más fuerte y más amplia en comparación con otro tipo de alcoholes como los propanoles.
Debemos distinguir qué tipo de gel tenemos entre manos. Pueden distinguirse dos clases: bactericidas o virucidas. Los primeros serían de utilidad para la prevención de infecciones de tipo bacteriano, mientras que los segundos estarían indicados para las víricas, como sería el caso del COVID-19.
Las mascarillas para contener el COVID-19 no son infalibles, aunque son un gran aliado. Los ciudadanos tienden a creer que con utilizar una mascarilla ya están protegidos y protegen a los demás. Sin embargo, cuando se produce una tos prolongada, las gotitas que contienen el virus pueden acabar siendo expulsadas de la mascarilla por acumulación. La mascarilla, en ese momento, no es completamente útil para frenar todas las partículas que pueden dar lugar a contagios. Si se tose una sola vez, las probabilidades de que se pueda contagiar a otra persona si se usa mascarilla son bajas, pero si la tos se prolonga, es posible que más gotitas de lo normal puedan escaparse de la mascarilla y contagiar a la persona con la que estamos a menos distancia de la que es segura.
Además quitarse y guardar la mascarilla de una forma adecuada es imprescindible para que sea efectiva. No mentimos a nadie si decimos, que todo el mundo toca la parte central de la mascarilla en vez de quitarla y ponerla desde las gomas laterales. Cuando llegamos a un bar, una terraza, o dejamos la mascarilla encima de la mesa, o la metemos en un bolso o nos la colocamos en el cuello o codo. Debemos de pensar que las mesas de los establecimientos no todos desinfectan con los productos adecuados, y que seguramente nuestra mascarilla estará infectada, en el bolso llevaremos objetos, por ejemplo el monedero, que habremos sacado para pagar anteriormente… es por esto por lo que nadie está libre de infectarse por el COVID-19.