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Obviamente con independencia de su inconsciencia, manifiesta un absoluto desconocimiento de las normas internas de los centros educativos, existiendo un reglamento de orden y funcionamiento (ROF) donde se consignan todas las normas internas, así como la obligación de informar a la comisión de convivencia del centro, en casos como el que nos ocupa.
También desconoce de manera flagrante, el acuerdo del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de SALUD para este curso, donde se fijó la obligatoriedad de llevar mascarillas en todos los centros docentes a partir de los 6 años de edad, con independencia de las mediadas de aislamiento. Seguro que tampoco estará informado de la autonomía que se les informó a los diferentes centros de la obligación de elaborar de manera autónoma y en función de cada realidad estructural, un protocolo COVID-19 y de crear una comisión que decidiera y organizara las medidas a tomar en relación con las eventualidades que pudieran suceder a nivel escolar, en relación con la PANDEMIA (siguiendo las recomendaciones de la Consejería) que desde hace casi un año ocupa nuestra oscura realidad.
Como es sabido el desconocimiento «aparente» de la norma, no exime del cumplimiento de la misma y exigir clases telemáticas en exclusiva para sus hijas, se me antoja ya fuera de todo orden racional. Cuando se ha consensuado por los diferentes sectores de la comunidad educativa, la conveniencia de la presencialidad para el mejor desarrollo de los contenidos académicos y la individualización del proceso educativo y los procesos de aprendizaje. Dejando la vía telemática para situaciones excepcionales o contenidos que así lo determinen.
No concibo como una persona puede poner en peligro la salud de sus hijas, la del del resto de sus compañeros y la de los profesores. Verdaderos héroes por su valentía y compromiso con una profesión, una vocación y en muchos casos hasta una pasión, por no decir de nuestros niños y jóvenes que a diario nos dan lecciones de responsabilidad y adaptación a una realidad escolar que no les ofrece precisamente comodidad y donde el miedo al contagio subyace en el ambiente, como una espada de Damocles, con la que se ha acostumbrado a vivir. Sin menospreciar los denodados esfuerzos que realizan a diario los equipos de limpieza y unos equipos directivos saturados, que tienen que lidiar cada día con múltiples bajas, diferentes horarios. organización de clases semipresenciales o a días alternos…. y los mil inconvenientes que proporciona el devenir diario en un centro docente.
No es una cuestión de capricho, ni siquiera de imposición. Es simplemente un tema de RESPETO, EDUCACIÓN Y SOLIDARIDAD. Entre todos debemos proteger la educación y la salud. No quisiera entrar en la evidente incongruencia del negacionismo, pero tratar de imponerlo amparado en vía legal, me parece totalmente descabellado, por acudir a términos suaves y lejos del insulto y la confrontación.
Espero que la denuncia no sea admitida a trámite. Porque sacar de las barricadas educativas a abnegados profesionales, que en muchos casos son dignos de admiración, en estos tiempos difíciles, quizás más que nunca. Para escuchar incómodas y falaces acusaciones, no es la mejor manera de contribuir a esa tan necesaria unión que nos debe acompañar para llevar a buen puerto la nave de la educación SEGURA Y DE CALIDAD, que nuestros hijos merecen y todos deseamos.
Queridos profesores FUERZA Y ANIMO.