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Hoy, sin saber por qué, me he levantado demasiado temprano.
Estaba el día tan maravilloso, que me asomé al jardín, y vi los rosales cargados de rosas; entonces me di cuenta de que ¡era primavera! Caramba, Esperanza, tú que eres tan romántica y te gustan tanto las flores, y este año te olvidaste de todo…
Tú, que por estas fechas soñabas con tu querida tierra extremeña, esa que cuando niña recorrías de la mano de tu padre, y te tumbabas en la campiña rodeada de amapolas y flores de mil colores… Ya sé que este año no lo has pasado bien; entre este maldito virus, y la enfermedad de tu marido, casi se te olvida vivir.
Pero la vida sigue inexorable, y hay que seguir viviendo y admirando todo lo que nos rodea.
Escuchemos el canto de los pajarillos que ya emprenden su primer vuelo, y gocemos de la belleza de una mariposa, cuando se posa en los pétalos de una rosa; dejemos que la brisa acaricie nuestra cara, y demos gracias por estar vivos todavía.
LA BONITA PRIMAVERA
La primavera ha llegado
con su explosión de belleza
y en mi jardín se ha quedado.
Alrededor de la fuente
coloridos pensamientos
petunias y margaritas
hacen lindo monumento.
Los rosales florecidos
sus rosas están mostrando;
blancas, rojas y amarillas
son de terciopelo al tacto.
Los pajarillos que llegan
para bañarse en la fuente
compiten con la belleza
de las flores que allí crecen.
Los mirlos alborotados
ya cantan muy de mañana
antes de que salga el sol
nos anuncian la alborada.
Le responde el jilguero a su llamada;
lo mismo el verderón que esta en la rama
de los altos cipreses que flanquean
como torres la puerta de mi casa.