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(Merche López) Entre la multitud, se hizo mi soledad. Solo una mirada y un nudo en la garganta que arrancó en un llanto, al ver de nuevo en la calle a mi Señor del Convento. Ser hermana de arriba es más que un color, más que una fiesta, más que un espectáculo. Ser hermana de arriba es un sentimiento.
Anoche y tras dos años, volvimos a verte en la calle a hombros de quienes te quieren. Con cada nota, un latido en mi corazón acompasado, un despertar de recuerdos de las personas que se fueron y ahora te acompañan desde los cielos.
Cuando te vi a las puertas de tu casa, comprendí que aunque las ausencias duelen y ahogan, tú nos das fuerza para seguir viviendo y hacerle los honores a los que se fueron. ¡Qué mejor forma que revivirlos acompañando al Señor del Convento!
Han sido dos años muy difíciles, todos perdimos a alguien, de todos se esfumó un pedacito de almas, pero todos y todas sabemos que siempre estuviste ahí, Señor del Convento. Nos diste la fuerza que soportara esa cruz, nos diste entereza y fe. Y ahora, llegando mayo, queremos agradecerte todo lo que nos da de la forma que mejor sabemos y que sepa el mundo entero, que no se trata de un color, una fiesta, ni un espectáculo, porque ser hermana de arriba es un sentimiento.