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Cada ser humano necesita degustar alimentos, energía en forma de proteínas y demás elementos, necesita cobijo para refugiarse de los climas adversos, necesita seguridad hacia su persona, por eso hemos creado aldeas-pueblos-ciudades con torretas y murallas de tierra/madera/piedra, pero también necesita interpretaciones del mundo, cultura e ideas, aderezados-adornados-enhebrados en aspectos bellos y con belleza. El ser humano ama y siente lo bello y la belleza, sea en las palabras, sea en las formas, sea natural, sea creada, sea en unos labios, sea en un ente de colores…
En tiempos enormemente complejos para este foso del toreo que es Hispania, Luis Cernuda, publicó un artículo en El Mono Azul, el día 28 de octubre de 1937, titulado: Un posible repertorio teatral, en el que nos narra ideas sobre el teatro, en definitiva, ideas sobre la belleza, de cómo superar el presente, de que el ser humano necesita también elevarse conceptualmente, el arte o artes, como instrumento para crear-criar esperanza en el ser humano, entre los hombres, en lo humano y en la humanidad. En tiempos enormemente complejos aquellos de Cernuda, y todos lo son –en mayor grado o menos-, el hombre-mujer-niño-niña-anciano-anciana necesitan una botella de belleza-bondad-verdad expresado en la observación de lo natural o, y, lo creado por el mismo.
Me imagino un grupo de prehistóricos, de nuestra especie, en el Auriñaciense o Magdaleniense, al lado de la cueva, entre el sol que se va apagando y la noche que se abre. Alrededor del fuego, preparando la comida-cena, quizás, la única de todo el día. Cansados de buscar-rebuscar entre los bosques la energía de cada día. Me imagino esa camada de bípedos racionales con imaginación y creación, narrando historias, cuentos, memorias. Me los imagino creando belleza, creando interpretaciones del mundo, mundo interior y exterior. Somos los grandes interpretadores, como especie. Todos los saberes, son grandes sistemas de interpretación, los cultos dirían de heurística, de exégesis, de hermenéutica… pero, pero yo, que soy del pueblo, expreso, somos animales de interpretación.
En tiempos de tragedias-angustias-sufrimientos personales e individuales, en tiempos de tragedias colectivas-sociales, sean de un tipo o sean de otro. Para continuar viviendo y existiendo, necesitamos pan y cobijo y vestido y fuego, pero también, anhelamos belleza. Necesitamos volver, cada uno, a su venero de belleza y veracidad y verdad y sosiego. Unos, serán grandes composiciones musicales, otros serán largos paseos por los alrededores de su aldea, aquellos, quizás, grandes composiciones de palabras, el vecino de al lado, grandes masas individuales de colores y formas… Necesitamos volver a la belleza, cada uno, a su belleza particular. Para resolver ese conflicto tan grave que arrastramos, para poder soportarnos a nosotros mismos, para seguir mirando el mundo con esperanza…
Se indica que en estos momentos, la humanidad, está soportando una treintena de conflictos armados o guerras o belicosidades organizadas. En mayor o menor grado, con diferencias constitucionales o cualitativas, por una razón o por otra. Siempre, casi siempre, por la maldad y la ambición y la envidia y, mil otros males morales y psicológicos humanos. El conflicto armado es el fracaso de la humanidad. Cierto es que siempre una parte es la atacante, y otra, la que se ve obligada a defenderse, por tanto, no son lo mismo. Pero la humanidad, entre muchas temáticas a resolver, está y tiene pendiente la epidemia de la guerra y del conflicto armado…
También existen millones de personas, que están en una situación personal de enorme sufrimiento y pena y angustia y desaliento individual, en el borde de un abismo, sin encontrar salida, tentado del mal sin remedio contra si mismas, en una desesperación enorme…
A ambos tipos de personas encerradas en uno de estos dos géneros-tipos-conjuntos de realidades, las tragedias colectivas gravísimas, o las tragedias individuales gravísimas, a ambos tipos de personas, les indico que se acerquen a la belleza, la belleza de una radio emitiendo música, la fotografía de un cuadro o pintura, unas docenas de páginas escritas como si fuesen caminos de hormigas formando palabras, la mirada buena de otras personas, el recuerdo o recuerdos buenos del pasado, porque no todo en el olvido de los días y años de décadas anteriores, no todo ha sido negativo, mirar y remirar y contemplar la naturaleza al lado de su balcón, acercarse al concepto o idea del Buen Dios, tener la esperanza, que también, puede existir, aunque sea como posibilidad y probabilidad la vida eterna para cada uno de nosotros, perdonarse a si mismo, por los errores que haya cometido, que pueden ser muchos…
Atarse a la belleza, que tengamos alrededor, y, con ella, intentar saber, que después de la noche negra y obscura, siempre resurge un amanecer lleno de luz que puede tardar un mes o un año o cinco años, pero todo se va curando y recurando. Paz y bien…
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Fin artículo 3.022º: «La cultura y la Cultura en tiempos de guerras».