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Daniel Vega y Clara Molina, que se encontraban en el Centro de Huérfanos de Bayaka, asistieron el parto sin apenas experiencia ni instrumental, ya que no dio tiempo a trasladarla a un centro sanitario
El hijo, en perfecto estado, recibió el nombre de Nicolás en homenaje al obispo de la Diócesis de Laï, que estaba oficiando una misa
(Prensa Ayto Alh Torre)Los integrantes de la Asociación Eo. Eo de Alhaurín de la Torre, Daniel Vega y Clara Molina, que se encuentran en la República del Chad en mitad de una nueva acción de cooperación internacional, han vivido una experiencia difícil e inolvidable, pero absolutamente gratificante: ayudaron a dar a luz a una joven de 20 años que se había puesto repentinamente de parto en una camioneta. Los hechos sucedieron el pasado jueves, junto al Centro de Menores Huérfanos y Niños Vulnerables de Bayaka, en dicho país africano. Mientras ellos trabajaban en la planificación ordinaria de sus actividades, en un local cercano se estaba celebrando una eucaristía con catequistas.
De pronto, alguien dio la alarma de que una chica había roto aguas durante la misa, por lo que la subieron a una camioneta con idea de trasladarla al centro sanitario más cercano. Dado que el bebé ya casi asomaba, tanto Daniel como Clara decidieron asistir el parto en el mismo vehículo con el mínimo instrumental que les fue posible reunir -pinzas, guantes, algo de hilo…-, ya que el miembro de Eo, Eo es enfermero y suele tener la costumbre de llevar consigo material quirúrgico básico para atender a los menores en el hipotético caso de que se pudieran producir caídas o accidentes.
Como la joven ya había dado a luz, con gran dificultad, ambos decidieron realizar la acción final con la máxima tranquilidad posible e intentando que el resto de compañeros y familiares dejaran espacio: cogieron el bebe, pinzaron el cordón umbilical y, provistos solo de hilo de coser (el de sutura apareció después), hicieron un improvisado estrangulado por varios sitios para poder cortarlo con garantías, aunque les costó, debido a la precariedad del material y las estrecheces del vehículo. Finalmente, completaron la acción, evitando así posibles infecciones. Más adelante, pinzaron la placenta con idea de que ésta se fuera desprendiendo de forma natural, aunque algunos de los curiosos allí presentes insistían en extraerla a mano, a lo cual los dos jóvenes alhaurinos se negaron en rotundo, porque podría causar hemorragia a la chica.
Tras un pequeño momento de tensión, al final se impuso la tesis del enfermero y trasladaron a la madre a una casa cercana, siempre acompañada por Clara, para ayudarla a limpiarse y lavarse. Ahí fue cuando la placenta salió sola, pasados unos quince minutos.
Daniel recomendó que llevaran a la joven a un hospital para una mejor inspección y limpieza, dado que las condiciones de insalubridad de la camioneta así lo recomendaban, aunque a día de hoy desconoce si finalmente la examinó algún médico. Eso sí: se quedó en todo momento con el bebé, para comprobar su estado y si respondía a los estímulos. “Ha sido un parto poco común, algo estresante y sin tener apenas experiencia ni material, pero ahora, con el tiempo, la considero una experiencia muy interesante y enriquecedora y con final feliz, porque el bebé está en perfecto estado”, con un peso de entre 3 y 4 kilogramos, afirman (calculado a ojo, porque en el Chad ni se les pesa ni se les vacuna a los bebés). Dani está seguro de que si no llega a ser por ellos, “el parto se habría podido complicar en su tramo final”. Y es que, después del pequeño caos, al final pudieron encontrar un hilo de sutura, lo que permitió un trabajo más higiénico con el cordón.
“Nos encontramos con algo repentino e improvisado; los enfermeros no estamos acostumbrados a algo así, salvo que ya hayas participado en otros alumbramientos. No obstante, el instinto, la lógica y los pocos conocimientos que tenemos nos permitió hacerlo lo mejor que pudimos: rápido, en condiciones complicadas, sin asepsia, en lo alto de una camioneta, incómodo, con gente alrededor, todos ellos sin guantes…”, rememora. Dani solo había estado presente en algún parto, como observador o colaborador secundario, y siempre en centros hospitalarios.
La familia les está muy agradecida por esta valerosa acción, si bien poco se sabe de la madre, ya que regresó a su aldea, aunque se presupone que está bien. Y como dato anecdótico, se da la circunstancia de que el bebé ha recibido el nombre de Nicolás, en homenaje al obispo de la Diócesis de Laï (que estuvo en Alhaurín de la Torre hace unos meses de visita oficial, precisamente con Eo, Eo), monseñor Nicolás Nadji Bab, miembro de la Federación de Sacerdotes del Movimiento Apostólico Schoenstatt, que se encontraba en la misa donde todo comenzó.
Tanto Dani como Clara han recibido las felicitaciones del alcalde, Joaquín Villanova, en nombre del pueblo de Alhaurín de la Torre, y está deseando recibirles para expresarles su enhorabuena en persona una vez regresen a España, lo cual sucederá el jueves 17.