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Fran Ruiz Arquitectos.-La flexibilidad de las cocinas surge como un concepto arquitectónico que se adapta a las nuevas corrientes en decoración y estilo de vida actual. Frank Lloyd Wright, arquitecto estadounidense del siglo pasado, decía que “la arquitectura es vida”, asegurando que se adapta al ritmo de vida de la sociedad, incluso crea registro de ese estilo de vida.
Al unir la cocina al salón-comedor, generamos continuidad visual y amplitud de espacios. La continuidad visual es patente y se puede amplificar si también abrimos este espacio al exterior mediante ventanas dimensionadas adecuadamente. La amplitud de espacios sale por sí misma, creando una estancia cuya superficie será la suma de las superficies parciales, por lo tanto se amplía.
Al abrir la cocina al resto de la casa hay que buscar un elemento que nos organice y distribuya las comunicaciones y sus usos. La isla es uno de ellos. Casi cualquier espacio, con la dimensión adecuada, más largo o ancho, puede admitir la ubicación de una isla de
cocina. Es versátil en su tamaño, largo por ancho, y en sus formas, con barra, electrodomésticos, etc. La península puede ser otra estrategia de configurar una cocina si disponemos de otra distribución, la cual también se adapta a su envolvente generando multitud de variantes.
Hay que destacar que los acabados pueden potenciar estos elementos configuradores. Así las texturas, colores, materiales, iluminación, etc., nos ayudan a diseñar espacios
sobrios, elegantes, divertidos, en función de las necesidades del cliente. El mobiliario se completa con los electrodomésticos que puede jugar a contrastes, quedar mimetizados, destacar o integrarse en su entorno.
