Diferente: la pintura de Jesús Villalba

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Después de que haya expuesto en salas de exposiciones de Alemania, Estados Unidos, México y Colombia, y recientemente en Sevilla, ya era hora de que Jesús Villalba (Cártama, Málaga, 1968) mostrara su obra en el pueblo que le ha visto nacer y crecer, con ayuda del Excmo. Ayuntamiento de Cártama, que le ha cedido un espacio en la Sala del Belén Municipal (c/Juan Carlos I). A diferencia de Alhaurín de la Torre o Coín, Cártama todavía carece de salas de exposiciones acondicionadas adecuadamente para ello. Precisamente ha sido el Sr. Alcalde, Jorge Gallardo, el que ha inaugurado junto con el artista la muestra el 22 de Diciembre a las 19 h. Permanecerá abierta hasta el 5 de Enero. Después se desplazará a Madrid.

Al menos desde el Romanticismo, pasando por las Vanguardias, casi todo artista se siente interpelado por el imperativo estético de ser “original”, primera propiedad del arte del genio según Kant. Esta tendencia arrastra una voluntad de romper con la tradición y transgredir que en no pocas ocasiones ha desembocado en algunas de las imposturas del arte contemporáneo. Pues al fin y al cabo no podemos eludir el pasado: en palabras de Eugenio d`Ors: “lo que no es tradición es plagio”.

Sin embargo, desde el punto de vista del creador, lo que distingue al arte de la técnica y la artesanía, siendo estas consustanciales, es que el artista, durante el proceso de creación, camina a tientas, sin rumbo fijo, sin saber bien adónde va, experimentando, y precisamente por ello puede descubrir aspectos inéditos, explorar mundos que permanecían velados y, en definitiva, innovar respecto a lo que se ha hecho de manera tradicional.

A continuación quiero describir brevemente cinco de las a mi parecer principales características del arte de Jesús Villalba. La primera es la ambigüedad entre la pintura y la escultura que poseen algunas de sus piezas, a las que recorta el marco que delimita el espacio de la representación, desdibujando los límites entre la ficción y la realidad, como si no pudiéramos distinguir a ciencia cierta entre lo uno y lo otro. Eso sí, lo que no desaparece es la línea que consigue que el dibujo sea inteligible y el color, elementos esenciales de la pintura. Pero adquiere un volumen que nos lleva a pensar en la escultura, o en el tránsito entre la una y la otra, artes de espacio según Lessing.

Otra característica de su arte es el marcado carácter biográfico. En otros lugares ha declarado que “busco expresar lo que siento, sentir lo que hago… Busco hacerme yo”. Supongo que en ello no es original, pues en mayor o menor medida no hay artista que no se inspire en sus vivencias. ¿De qué otra materia puede alimentarse? Y, como tantos otros artistas, Jesús Villalba se oculta y se revela, desaparece y aparece: se oculta el yo dañado o herido, se manifiesta el yo que se rebela y responde, el que se hace a sí mismo y se afirma con voluntad de poder a medida que pinta, como se advierte en los diferentes autorretratos de esta muestra.

La tercera característica que resalto es su teatralidad. No es fortuito que sea Licenciado en Arte Dramático por la E.S.A.D. de Málaga, así como Técnico Superior en Audiovisuales en  I.O.R.T.V.E. Madrid. Tengo para mí que esta cualidad es bastante palpable en sus piezas, pero al igual que el teatro, no para enmascarar, sino más bien para desenmascarar convenciones absurdas, costumbres o valores ridículos o que carecen de fundamento.

Íntimamente vinculada con la anterior se encuentra un notable sentido de la ironía y del humor, que es muy difícil en la pintura, por definición muda. Se aprecia en la gestualidad de escenas de la vida cotidiana y en el uso desenfadado y vivo del color, que recuerda al estilo pop. La ironía y el humor son mecanismos de defensa a la vez que armas con las que superar las contingencias y las diferencias de la vida.

Por último, es evidente la dimensión lúdica de su arte. Por un lado por las escenas intrascendentes que retrata. Por otro, porque trabaja como un niño que juega y que no quiere dejar de jugar, o sea, de crear. Y aquí es ineludible rememorar a Schiller y sus Cartas sobre la educación estética: “el ser humano no debe hacer con la belleza sino jugar, y debe jugar solo con la belleza”, pues nos completamos como seres humanos jugando. Schiller se propuso desplegar la libertad a través de la belleza, y me consta que eso es lo que busca por medio del arte Jesús Villalba, una verdad inseparable de una belleza.

El título elegido para esta exposición, “Diferente”, es sencillo y al mismo tiempo deliberadamente ambiguo, pues no sabemos a qué se refiere exactamente. En arte la ambigüedad es riqueza expresiva, suma de perspectivas e interpretaciones. Pero a poco que nos detengamos, reparamos que la intolerancia surge a menudo allí donde hay diferencias, a pesar de que, como indicó Montaigne, “la diversidad es la cualidad más universal de todas, pues no hay nada igual”. Si actuamos inteligentemente nos enriquecemos con las diferencias, que son inevitables; si no lo hacemos así, caemos una vez más y siempre en prejuicios, discriminaciones, marginaciones y exclusiones que nos condenan.

Quizá por su formación en artes dramáticas, tal vez por la dimensión teatral de su obra pictórica, acaso por la legítima defensa de las diferencias que hay en la poesía de Jaime Gil de Biedma, quiero concluir estas líneas recordando uno de sus poemas más logrados y memorables:

No volveré a ser joven
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde:
como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
—envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.


No sé si “envejecer, morir, / es el único argumento de la obra”, pero sin duda es uno de los pocos verdaderamente irrefutables.

Ahora bien, mientras nosotros vamos irremediablemente envejeciendo, la pintura de Jesús Villalba, como el Retrato de Dorian Gray, mantiene intacta su frescura, rebeldía y juventud.