El mundo literario de M.B.M

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Son las seis y veinte de la tarde del 1 de febrero del 2023 y en poco más de media hora tengo una entrevista en una radio de Gran Canarias sobre mi paso por el mundo de la literatura. Desde noviembre, es la tercera emisora que me invita a un programa. Supongo que me van a preguntar acerca de cuándo comencé en esto y también sobre mi última novela, «Roberto y yo», que publiqué el verano pasado y que es la décimotercera que he puesto en circulación.

Escritas tengo dos o tres más, no lo tengo muy claro porque las tengo que corregir.

Este texto lo hago pensando en un concurso que acabo de conocer por un perfil de Instagram que me ha llegado por casualidad, en plan publicidad. Así sé que alguien va a leer estas palabras, por lo menos una persona.

Voy a seguir dicho perfil porque va dedicado a mujeres que escriben, a lectoras y parece prometedor: se comprometen a crear actividades literarias. Este es el primer concurso que organizan.

Llevo escribiendo cuatro décadas, desde que tenía trece años. Todo comenzó porque a un profesor de literatura le gustó un relato que escribí. Él pidió a sus alumnos que no hiciésemos una redacción de una carilla, lo que suele ser habitual, sino que escribiéramos algo más extenso utilizando nuestra fantasía. A él, Juan Ángel, le pareció mi texto algo similar a «La Historia Interminable», de Michael Ende, cuando yo no conocía ese libro y la película llegaría a nuestro país a los pocos meses. Entonces llegaron las navidades y mis padres me regalaron una agenda que utilicé como diario y esto se repitió durante algunos años. No sé si tengo diez o quince  guardadas en la buhardilla que tienen mis progenitores, junto  a otros cachivaches, que espero sacar pronto, después de más de 20 años empaquetados, porque tengo la ilusión de que este año, por fin, pueda tener mi casa, mi pisito corriente y luminoso.

Cuando tenía dieciséis años conocí a unos jóvenes que estaban de vacaciones en mi ciudad, Málaga, y como quise mantener el contacto comencé a escribirles cartas. Antes escribí una o dos a una prima, pero la historia con esas personas fue muy diferente: a una le estuve escribiendo más de dos décadas y me dijo que mis misivas las tenía a buen recaudo, aunque en los últimos años decidí hacer copias que no sé si se habrán conservado bien.

Cuando tenía veintitantos años empecé a soñar con la idea de que quizás podría ganarme bien la vida a través de mi literatura. En aquellos momentos no existía la posibilidad de participar en tantos concursos como hoy en día. Los que había eran de gran renombre. Tenías que enviar copias de la novela en cuestión por correo certificado y todo eso implicaba un gasto económico que no podía permitirme y que actualmente me puedo ahorrar gracias a Internet.

Por aquel entonces me animó a continuar escribiendo el hecho de cruzarme con uno de los miembros fundadores de un grupo de teatro, conocido a nivel internacional y también con un locutor de una emisora bastante potente.

En verano del 2008, pasados más de diez años de aquellos encuentros, decidí comenzar a escribir mis libros y ese mismo año se fundó la editorial donde ahora tengo publicadas mis trece novelas. Decidí hacerlo con ella porque si bien otras también me publicarían resulta que tendría que pagarles y esta no me cobra. Claro está que por eso no tengo las portadas que me gustaría, nadie me corrige y nadie me censura.

Total, que hasta el 2016, es decir, durante ocho años, estuve escribiendo intensamente ya que la única responsabilidad que tenía era salir a pasear con mi perrito Mitón, tres veces al día, y estudiar unas oposiciones. La escritura me servía para seguir desahogándome y también seguir  comunicándome con algunas personas.

En el 2013 estaba compartiendo mi primera novela a través de Facebook, poco a poco, como esos poetas que cada día, o cuando les apetece, suben un poema. Yo compartía una o dos páginas a diario, alguien se fijó, quiso leerla a su ritmo y entonces me animó a publicarla. O sea, ya llevaba cinco años escribiendo febrilmente y tenía como diez novelas en el tintero. Esa persona me dijo que era Doctor en Filología Hispánica y escribió una reseña, que compartió en su blog especializado en las mismas, donde me comparaba con Bukowski.

En el 2016 me convertí en profesora y entonces paré de escribir novelas por falta de tiempo y cansancio. Sólo he podido publicar, las ya escritas, los veranos y escribir relatos breves motivada, sobre todo, por concursos o por la necesidad de dar a conocer mis obras literarias a través de las redes sociales y mi blog. De esta manera he ido encontrando a otros escritores con los que he intercambiado mis libros, gente que me los ha comprado, gente que lleva adelante  medios digitales y me ha ofrecido el apartado cultural para expresarme, como los tres medios digitales con los que llevo ya casi una década colaborando, por amor al arte, dos de mi ciudad, de todo tipo de noticias, y uno mejicano especializado en multiculturalidad, y hay otros que, desde el verano pasado, aparecieron, sobre todo de América del Sur, por lo que ahora, cuando publico un relato o un artículo, este aparece en unos ocho medios digitales, entre diarios y revistas culturales, y pienso que así me puede conocer más gente y alguna decidirse a comprar las novelas.

Soy profesora desde hace seis años y es un trabajo duro, más para las mujeres porque soportamos también el machismo de muchos niños y sus familias. Pero este es otro tema y bajo mi seudónimo sólo quiero hablar de mi mundo fantástico.

En mis libros aparezco de una manera muy directa, transparente, clara, sin artificios, como en este mismo texto, como soy, contando lo que fui viviendo desde el año 2008 aunque en mi primera novela existen «flashbacks», saltos al pasado para explicar de dónde vengo, por ejemplo.

Yo tenía una pareja y al poco tiempo de empezar a escribir nos separamos y a los dos años y medio de esa separación él falleció. Dos años y medio en los que nos seguimos queriendo aunque no viviéramos juntos y nos seguíamos llamando a diario y nos seguíamos viendo cada dos semanas. Luego hubo un par de relaciones más y eso también está reflejado así como lo que me han contado, sobre todo amigas.

Creo que mi vida no es del todo convencional, o no lo ha sido y, claro, Dios los cría y ellos se juntan. Quiero decir que tengo una amiga que se fue a vivir a Escocia y luego acabó en Australia y otra que sigue en Venecia después de más de 20 años…

Pienso que esto es una especie de lotería, lo de triunfar en el mundo de la literatura. No es que crea que escriba muy bien, tampoco muy mal, y desde luego me siento orgullosa de no pagar ni un céntimo por ello: por publicar o porque me hagan una entrevista, por aparecer aquí, vaya, porque eso para mí es pagar por trabajar y hasta ahí podríamos llegar. Nunca he trabajado en negro, sin contrato, me gusta todo de lo más legal, no le he debido nada a nadie, ni nadie me ha debido nada a mí. Así me educaron mis padres. No me he metido en trampas, no he vivido por encima de mis posibilidades. He sido muy precaria y aunque la gente piense que he viajado mucho, hice 8 viajes en dos años porque vivía en Londres y allí se potenciaba mucho el viajar, se facilitaba, lo podía hacer cualquiera, hasta un emigrante como yo, sin demasiada dificultad porque no era muy caro y hoy en día es una pena que todavía eso llame la atención en mi país.

Estoy escribiendo acerca de lo que contienen mis novelas. Siempre digo que para hacer un mundo mejor necesitamos contaminar menos, consumir menos, no sacrificar a los animales. Soy pacífica. Mucha gente tendría que irse a vivir a los campos y cultivar en plan autosuficiencia.

Este texto lo he escrito en 20 minutos, la base, pero ahora a ver realmente cuánto tardo en corregirlo, en perfilarlo. El tiempo es oro. Casi no sé qué decir más para que tú que me estás leyendo te decidas a comprar mis novelas. Sé que entretienen y que si eres un gran lector las puedes leer en tres o cuatro tardes.

Me gusta, de momento, mientras pueda, tener «feedback» con mis lectores, que me cuenten qué les han parecido y animo a seguir mi blog porque ahí cuento todo lo ocurrido desde que decidí publicar y más, o seguirme en Instagram, donde también se puede apreciar que me gusta la fotografía, jugar con las imágenes.

Hoy ya es cuatro de febrero, en un mes se   anunciará a la ganadora. Me voy a ir despidiendo diciendo que no solamente compararon mis novelas con las de Bukowski, sino con las de Camus, Eileen  Myles, Teresa de Ávila, Cervantes, Cathy Acker, Proust… aunque creo que no me parezco a nadie.

Últimamente ha habido una editorial que ha seleccionado uno de mis microrrelatos para publicarlo, en marzo, en una antología y también, hace cosa de un par de meses, un periódico de tirada nacional recomendó mis novelas. Ni que decir tiene que esta vez he hablado de todo esto porque el tema del concurso es las mujeres, o la mujer, y los libros y vuelvo a mencionar a mis padres porque siempre los he visto leer, sobre todo a mi madre, y yo, desde niña, ya leía literatura, no juvenil, sino la de los grandes literatos del siglo XX.