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La colaboradora y autora de las portadas de la edición de papel de Revista Lugar de Encuentro expone en El Portón de Alhaurín de la Torre. La muestra ‘Oneiros II. Residuos en la memoria’, que se podrá visitar hasta el 2 de septiembre, se compone de un total de 27 obras de rincones de Alhaurín, incluyendo cuadros de una antiquísima técnica de origen griego: la encaústica
Nueva cita cultural la que se vivió este viernes, 1 de julio, en la Finca Municipal El Portón, con la inauguración de la exposición ‘Oneiros II. Residuos en la memoria’, de la artista local María del Carmen Cebrián. La muestra, compuesta por un total de 27 obras, supone una reflexión de la autora sobre el paso del tiempo y la sobrecarga de la soledad, nostalgia o, incluso, el abandono que aquel proporciona.
Numerosas personas quisieron asistir al acto inaugural, entre ellos, el concejal de Cultura, Andrés García, así como representantes de distintos colectivos del municipio, amantes de la cultura y del arte y vecinos en general.
Se trataba de la primera exposición de la pintora en solitario, por lo que aseguró sentirse «muy satisfecha» por el resultado final. Andrés García afirmó que estaban muy «orgullosos y contentos» de que Cebrián expusiera en su municipio por su «gran talento y por su personalidad».
La protagonista quiso dedicar su trabajo a su padre y a sus familiares. Este proyecto nació desde la inquietud de mostrar lugares del municipio desde la mirada de la soledad, ya que era su estado de ánimo en aquel momento.
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‘Oneiros II’ es una colección pictórica que recoge diferentes espacios y rincones de Alhaurín de la Torre que la pintora ha ido plasmando en el lienzo como si fueran puramente fragmentos de ensoñaciones o de recuerdos, cuya pervivencia deja un sutil residuo, de ahí el título de la muestra.
Para potenciar esa sensación ligeramente sombría, pero no necesariamente siniestra, sino más bien relacionada con la tristeza o la aflicción, Mari Carmen Cebrián ha querido incluir en su propuesta de óleos sobre lienzo una serie de 13 cuadros de 20×20 donde predomina una antiquísima técnica de origen griego, la encáustica.
Consiste en una mezcla de cera y resina en soporte rígido donde se funde con el óleo por efecto del calor que se aplica, lo que permite que la pasta resultante y los pigmentos solidifiquen y den mayor realce a la composición. El uso de estos materiales permite otorgar un mayor efecto en la obra, que no llega a ser desasosegante ni angustioso, pero sí melancólico, además de aportar profundidad y ese aspecto ‘vintage’ que tanto juego da en el arte moderno.
La exposición puede visitarse hasta el 2 de septiembre en la Sala Bryan Hartley Robinson de El Portón.
