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Francisco Umbral, FU, autor de más de cien libros, y más de veinte mil artículos y columnas y otros géneros en el periodismo, intentó aunar y unir y combinar y recombinar, siempre, la literatura y la actualidad, la poesía/poética con los mil temas de las vida diaria y rutinaria. A veces, he indicado que Umbral es el Proust de la España de la segunda mitad del siglo veinte. He indicado que si se unen todas sus crónicas/comentarios/artículos/columnas, una detrás de otra, formando una unidad/libro, es o sería la gran epopeya-épica de cientos de hombres y mujeres, que saben y sobresalen en sus textos.
Nadie puede estar de acuerdo totalmente con nadie, porque ni siquiera con uno mismo se está de acuerdo totalmente. No rellenamos estas palabras de vino y miel para criticar al hombre, Umbral, ni ninguno de sus aspectos, sino para intentar indagar en su producción cultural y literaria periodística. Y, aunque no se esté de acuerdo totalmente, ni con un aspecto, ni con otro. Todo ser humano, cada uno arrastra sus heridas y sus traumas y sus sufrimientos y sus penas, y, también, algunas óperas-sinfonías-cuartetos de alegrías.
Vaciamos algunos contenidos conceptuales y culturales, porque creemos que quizás ya el purgatorio literario del escritor Umbral esté durando mucho tiempo. Pienso que naide/nadie puede negar que Umbral es un eslabón esencial en el columnismo literario de opinión de nuestra sociedad y nuestra lengua. Si en dos siglos y pico sintetizamos diez grandes figuras-firmas-nombres, uno, uno tiene que ser Umbral. (¿Por qué no se encuentra en el mar de Internet, la película-documental sobre su biografía-vida-obra, realizada hace un par de años?).
A tres lustros de su fallecimiento, tenemos que aceptar, no solo que nombra todo un país-paisaje-paisanaje, como nos diría Unamuno, sino cientos de temas, por no decir, miles, cientos/miles de nuevas palabras, cientos/miles de metáforas y otras figuras literarias, cientos/miles de contenidos/conceptos/argumentos/razones…
De alguna manera, quizás Umbral se tragó el país y los que lo habitan, y, sufrió una hecatombe/indigestión/calentura en su interior, como los mitos griegos, no pudo digerir toda la realidad humana, no solo de Madrid, Madrid representa a todo el país, Madrid representa a toda la humanidad. Puedes hacer filosofía, buscar los sentidos profundos de multitud de realidades, y, después expresarlo con tratados o puedes narrar toda la realidad viviente, y, ser, diríamos el ejemplo materialización de esos tratados filosóficos…
No niego, no puedo negar que no todas las frases/ideas de Umbral, me agradan, ni todas las temáticas y sus formas que los abordan, ni siempre ese carácter, al menos exterior tan bronco, y, esa línea, que en mi modesto entender, quizás haya caído en demasiado sensualismo vital. No puedo negar que no todo me gusta, pero tampoco me agrada todo en mí, ni todo en cientos de escritores y pensadores y artistas y científicos… Estamos intentando, en todos los casos, salvar la obra y la producción del hombre, y menos, minusvalorar la sombra del hombre, en sus forma de ser y sentir y hacer y pensar en muchos temas.
Umbral realizó un enorme esfuerzo, lo consiguió, de que el texto de la columna o del artículo alcanzase niveles muy altos de estética y literatura, siguiendo los pasos y casos de sus precedentes, no solo de Ruano, sino de todo el columnismo de su época, de su formación… Umbral, como todo ser humano llevaba su corazón en las manos y le sangraba, sus heridas de infancia, le taponaban en cierto modo la vida presente, su herida de adulto de Mortal y Rosa, sus heridas graves le hacían llenar sus ojos de lágrimas de palabras. Y, pienso y opino, que quizás, tanta gravedad, a veces, hiriente de sus palabras, era consecuencia de todo ello. Es ir intentando curarse y curándose. Al curarse él, de alguna manera nos cura a nosotros, cada uno con su terapia y catarsis. Cada uno con sus heridas y sus trozos de corazón-alma-mente-carne en sus manos…
Personalmente, no me agrada mucho, el uso indiscriminado de las falacias y sofismas, en demasía, que pueden servir de argumentos estéticos, pero no tienen valor suficiente como demostraciones. La verdad-veracidad-verosimilitud es esencial, en todo escrito y frase y párrafo y fragmento. La verdad y la bondad-bien de esas palabras. El otro se merece la verdad, uno mismo se merece la verdad. O, la mayor verdad posible. Porque al otro lo podemos confundir con el error, pasado con caramelos dulces de belleza estética de la palabra…
Gómez Calderón ha construido y realizado un libro/tesis doctoral espléndido. Todo se puede perfeccionar, todo se irá aquilatando, todo. Entre otras realidades, cuándo se rebusquen y se entresaquen toda la producción columnista y periodística de Umbral, que duerme en docenas de otros periódicos y revistas, no solo publicó en El Norte de Castilla, Colpisa, El País, Diario 16, El ABC, El Mundo, sino en multitud de otras estructuras volanderas del espíritu y de la carne y del alma y de la conciencia. Aquí mi homenaje a Umbral y a Calderón que tanto he aprendido de los dos, del columnismo de opinión… el maestro del articulismo de este terruño de lengua y de la lengua…
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Fin artículo 3.416º: «Umbral, Ladrón de fuego